En resumen, que estamos al día de las noticias y que padecemos en nuestras carnes la actual situación de crisis. Somos conocedores de la actual situación del país, porque es repetida constantemente por los medios de comunicación y se habla hasta la saciedad en cualquier tertulia entre amigos, vecinos o familiares. Y también somos conscientes de la situación de nuestra empresa, pues pasamos en ella muchas horas al día y conocemos bastante cómo tenemos la “cocina”

Por esas razones no alcanzamos a comprender qué enfermiza razón lleva, en ciertas reuniones de trabajo que se convocan en diferentes zonas, a que tengamos que oír machaconamente insinuaciones sutiles -o groseras, según la capacidad del interviniente- sobre el peligro que corre nuestro puesto de trabajo. De verdad, nuestras capacidades cognitivas se encuentran en perfecto estado, aunque algunas veces no hagamos alarde de las mismas para evitar dejar en evidencia las de algún orador. Y lo mismo podemos decir acerca del contenido de demasiados correos electrónicos.

Ahora bien, si lo que se pretende es atemorizarnos para estimular nuestra productividad, entonces sí que nos preocupa profundamente que aquellos -o aquellas- a quienes se les supone capacidad para dirigirnos, continúen practicando usos y costumbres obsoletos. Estar profesionalmente al día no consiste en utilizar el correo electrónico o las reuniones de equipo para ofender, amenazar y limitar derechos. Ser un buen profesional en la dirección de equipos significa saber motivar y saber implicar.

Si alguien cree que la actual situación puede desembocar en un despido masivo de los empleados de la red manteniendo a las direcciones de zona está muy, pero que muy equivocado. En este barco estamos todos y todas, del primero al último. Y, por otro lado, es sabido que, para mejorar el rendimiento del equipo, el cambio de entrenador muchas veces obra maravillas.

Por todo esto, rogamos -una vez más y por el bien de todos- que se abandonen esas prácticas intimidatorias. Están consiguiendo irritarnos, y algunos empezamos a pensar que es igual lo que hagas si al final el castigo es inevitable; desde luego, ese estado de ánimo no es productivo en absoluto.

25 de junio de 2012