Arquivado en Comunicados, Socio Economico
Declaración de los representantes laborales de CCOO y de candidaturas sociales de impositores de las cajas de ahorro
El mayor ciclo de crecimiento de la economía mundial y de la española, ha tocado a su fin.
Los acontecimientos de este septiembre negro sobre la economía
española, tras catorce años de crecimiento económico, han evidenciado
la debilidad estructural de la base en que estaba cimentado: la
construcción, el mercado inmobiliario y el consumo.
En un entorno de tipos excepcionalmente bajos, por debajo incluso de la
inflación, en los últimos años del período, la denominada burbuja
inmobiliaria alcanzó niveles preocupantes que contribuyeron a
alimentar la ficción sobre la existencia de una liquidez ilimitada.
El efecto que ha tenido la caída del paradigma norteamericano de banca,
que cubría los agujeros prudenciales de medición del riesgo, la no
regulación y la no supervisión con productos estructurados que
cubrían/diseminaban hipotecas subprime, han terminado por dejarnos
sin la pista para el suave aterrizaje que se esperaba.
El sistema financiero mundial habrá de adaptarse a los nuevos tiempos
que se preparan, y que se caracterizarán en líneas generales por una
notable reducción de la liquidez, menores beneficios, menos
desintermediación, mayor dificultad para acceder a los mercados de
capitales y una búsqueda de la eficiencia a través del control de
costes. Las empresas y los particulares sufrirán una notable
restricción del crédito y un incremento de los costes de financiación.
Para aprender de las lecciones del pasado, será indispensable el
fortalecimiento del papel de la supervisión prudencial y su
coordinación y aplicación en ámbitos superiores incluso a cada uno de
los Estados.
Un buen momento para reajustar los perfiles de la supervisión
prudencial será la reforma que, próximamente, afectará al Banco de
España y a la CNMV y que requeriría del máximo consenso político y
social, reforma en la que deben ser escuchados también los usuarios y
los trabajadores del sector.
El papel del Banco de España, sin menoscabo del recogido en los
estatutos de autonomía respecto de las Cajas de Ahorro, debe ser el
mismo que ejerce con Bancos y Cajas Rurales, garantizando la unidad de
supervisión.
La combinación de autonomía en la gestión y de supervisión, ha dado,
como resultado en España, un sector con una solvencia y solidez
suficientes como para afrontar las dificultades sin problemas
estructurales.
En este contexto exigimos el respeto a la autonomía de los órganos
gestores de las cajas de ahorro en sus decisiones de negocio y en las
referidas a las fórmulas de colaboración y/o redimensionamiento que
estimen más adecuadas, en concreto en materia de fusiones tanto las
intraterritoriales como las interterritoriales.
Ante cualquiera de esos procesos, como representantes laborales y de
candidaturas sociales de impositores, demandaremos con carácter previo
garantías sociales, económicas y laborales.
Las Cajas de Ahorro han sido depositarias de la confianza de la
sociedad y han devuelto esa confianza a través de su obra social y la
inclusión financiera de las capas más desfavorecidas. Esa es su Función
Social, la que se deriva de su naturaleza jurídica.
La situación actual requiere que las Cajas, en particular, y el sistema
financiero, en general, cumplan con su principal responsabilidad
social: dotar de crédito a la economía. Y a este objetivo se deben
encaminar todos los esfuerzos públicos y privados.
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