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Conciliación: la política social del siglo XXI
Un nuevo reto se plantea a las empresas que buscan la competitividad y la excelencia. El reto de la conciliación. La adicción al trabajo tiene sus días contados.
Varias palabras se han convertido últimamente en las palabras de moda
en las empresas, pero hay tres que destacaríamos sobre las demás:
excelencia, innovación y conciliación.
Por lo que respecta a la innovación, es evidente que las empresas han
entendido que lo estándar ya no es suficiente y sólo vale anticiparse.
La innovación ya está recogida en los planes de estudios para los
futuros directivos y entendemos que es el único camino hacia la
competitividad; pero hay otro concepto al que llegamos desde esa
innovación en el campo de los recursos humanos y es la conciliación.
Es ya un clamor social. No es un tema sencillo, no se trata únicamente
de salir antes del trabajo. Las empresas deben diseñar políticas que
permitan a sus empleados compaginar trabajo y vida personal. La
adicción al trabajo tiene sus días contados, así como sus negativos
efectos en la cuenta de resultados de la empresa. Trabajar más horas no
implica mejores cifras de beneficios ni más productividad, sino más
bien al contrario.
Nuevas tendencias
Quizá debamos relacionar este asunto con nuevas tendencias que
detectamos en las escuelas de negocios. Hace dos años, el 60% de los
estudiantes quería ser funcionario, pero este porcentaje ahora prefiere
formar su propia empresa. Crece el espíritu emprendedor y ser
empresario ya no está mal visto, sino todo lo contrario.
En el afán de trabajar por la innovación, la conciliación se nos
presenta como una de las vías en las que debemos innovar en formación y
en acreditación. Las herramientas que desarrollan una política de
conciliación son bastante flexibles en función de la empresa y de cada
tipo de empleado.
Algunas son las siguientes: Aplicar la flexibilidad laboral en horarios
de entrada y salida porque las horas punta implican madrugar más,
estrés, nervios y, a veces, retrasos inevitables; flexibilidad en
permisos para necesidades familiares; planes de formación adaptados,
incluso combinando e-learning con cursos presenciales. No se trata de
alargar la jornada, y, al final, la productividad sale ganando.
Permitir optar por una jornada reducida en aquellos puestos y tareas
donde sea posible, e inclusive analizar la posibilidad de trabajo a
tiempo parcial es otra iniciativa importante. Teletrabajo, desde el
domicilio, con los correspondientes sistemas y controles para que sea
efectivo.
Facturas, tareas rutinarias y repetitivas pueden realizarse fuera del
lugar de trabajo con igual o mejor calidad que en la oficina. Una
simple conexión a Internet, una intranet son las herramientas más
adecuadas para esta modalidad de trabajo y reduce la necesidad de
espacio físico, mobiliario, etcétera.
Finalmente, hay que recordar que no basta con tener políticas de
conciliación, sino que es preciso que los empleados las conozcan. Y que
puedan comunicarse con la empresa, proponer mejoras o analizar sus
aplicaciones. Surge el salario mental.
Desde IDE-CESEM se trabaja en la búsqueda de soluciones, lo que nos ha
llevado a integrar este problema como contenido formativo con el diseño
de un Curso Superior de Auditoría de Conciliación de la vida laboral y
personal. Toda esta actividad pretende reflejar el cambio interno de la
empresa donde la entidad pretende especializarse en un nicho de la
formación altamente innovadora y especializada.
El mayor beneficio de las empresas que denominamos Familiarmente
Responsables es la captación de talento porque acceden a personal
altamente cualificado, que antes quedaba fuera por cuestiones
personales como la maternidad, el cuidado de una persona mayor,
etcétera.
Algunos datos comparativos nos pueden hacer reflexionar sobre el camino
pendiente. Tenemos la natalidad más baja de los países de nuestro
entorno; sólo un 2% ó 4% de mujeres directivas frente al 40% de las
empresas de Fortune; en Francia se reciben 700 euros al mes por el
tercer hijo; y nuestros jóvenes son los primeros, por edad, en entrar
en la drogodependencia.
Desde el plano empresarial, los estudios nos retratan por detrás
también de los países vecinos: trabajamos 1.800 horas al año frente a
las 1.500 de la UE; nuestros horarios exigen un cambio radical de
mentalidad; la productividad está 16 puntos por debajo de la UE el 80%
de los empleados dice que no rinde al 100%; las relaciones laborales
son muy rígidas, como demuestra el dato de que en España sólo el 7,6%
son contratos a tiempo parcial mientras el 44% es la cifra de Holanda
en esta materia. Se exige un cambio cultural y romper con la antigua
cultura de que el que más progresa es el que más se queda.
Compromiso de la dirección
Cualquier proyecto relacionado con este ámbito sólo tendrá éxito si
existe un compromiso de la dirección general de la empresa y se diseñan
procesos de seguimiento y medición.
No estamos ante un fenómeno pasajero. Conviene asumir esta tendencia
porque, a la larga, la productividad de la empresa mejora al estar los
empleados implicados por un mejor clima laboral. La cuenta de
resultados demostrará que la conciliación es, a medio y largo plazo,
una política muy rentable y retiene a los empleados esenciales para la
empresa. La productividad general crece.
Javier Zardoya. Director general Escuela de Negocios IDE-CESEM y Club Excelencia en Gestión
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