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Demasiada adhesión a la empresa no es sana
Es mejor contar con un trabajador crítico, 'que muestre sus diferencias y sus ideas'. Una actitud demasiado acomodada en una compañía lo que en realidad puede mostrar es 'una persona insegura, que se preocupa pero que no se atreve a tomar compromisos'.
Algunos empleados siempre aceptan y
justifican las decisiones de sus jefes y las directrices de las compañías en las
que trabajan. Y además su reacción más usual consiste en acatar las normas no
escritas que en muchas ocasiones rigen las empresas pese a que puedan impactar
con fuerza en su vida laboral o personal, como son la rigidez y los largos
horarios, señalan los expertos. Suelen ser trabajadores que 'centran sus señas
de identidad y su vida en su trabajo en detrimento de otros aspectos
personales', según señala Antonio Cruz, psicólogo de la Clínica de Psicología
Aplicada de Madrid.
'Según los grados, se identifican tanto en lo bueno como en lo malo con su
empresa, y pierden total o parcialmente la capacidad crítica', añade. 'Y pueden
llegar al extremo de que los fracasos de su compañía los asuman como propios',
señala Antonio Cruz. Signos de esa situación lo hay tanto externos como
internos. 'A menudo son personas que están casi siempre hablando de su trabajo,
de sus jefes y de su empresa, incluso fuera del ámbito laboral, y que dedican a
esa actividad muchas horas, generalmente más de las necesarias'.
También Eduardo García, psicólogo y director de Psiconova, cree que son
frecuentes conflictos de ese tipo, 'especialmente en la medida en que más de un
tercio de nuestro tiempo lo pasamos en el centro de trabajo. Allí se mueve gran
parte de nuestro potencial como personas, de nuestras emociones'. En su opinión,
'la tensión, preocupaciones excesivas o el estrés laboral son indicadores de que
ponemos demasiado en la empresa, que la relación con ella no es correcta, que
las emociones que se vuelcan no son las adecuadas'
Incluso Antonio Cruz subraya que el estado de ánimo de esas personas puede
depender de cómo le hayan valorado su trabajo o de cómo marcha la compañía,
mientras que van abandonando otros aspectos personales. A su juicio, esta
posición puede originarse porque en un momento determinado la empresa le ha dado
seguridad, 'gratificaciones personales y no sólo dinero, porque le han valorado
bien'. 'Suelen ser personas que dan mucha importancia al entorno'.
Pero estos trabajadores, cuyos problemas y actitudes no son iguales a los de los
workaholic o adictos al trabajo, aunque coincidan con ellos en algunos aspectos,
pueden subir peldaños deprisa en su ámbito laboral, pero también son más
vulnerables. 'En muchas empresas se sigue favoreciendo', señala Eduardo García,
'a los que se identifican con esas pautas de comportamiento'.
'Venimos de modelos de grandes empresas, con las que estaban identificados sus
empleados porque les daban más seguridad y mejores sueldos para toda la vida; y
algunas compañías intentan mantenerlos en la actualidad, aunque haya cambiado
radicalmente el sistema de contratación', agrega.
Para Antonio Cruz, de la Clínica de Psicología Aplicada, se pueden registrarse
aspectos negativos por esa actitud demasiado entregada y poco crítica. 'En algún
momento los jefes pueden pensar que a un empleado de esas características le
faltan ideas propias y capacidad de asumir retos', indica. Y también cita otros
posibles problemas personales, como la ansiedad o el estrés laboral. Además, en
el trabajo pueden ser más indefensos que otros compañeros 'cuando se producen
cambios en la estructura de su empresa'.
Alejandro Pociña, presidente de AF Steelcase para España y Portugal (empresa
dedicada al asesoramiento del trabajo), no valora demasiado esa actitud y señala
que es mejor contar con un trabajador crítico, 'que muestre sus diferencias y
sus ideas'. A su juicio, una actitud demasiado acomodada en una compañía lo que
en realidad puede mostrar es 'una persona insegura, que se preocupa pero que no
se atreve a tomar compromisos'.
'Es mejor', añade el director de AF Steelcase, 'un empleado que sea feliz en su
trabajo y con lo que está haciendo. Alguien que se sienta socio o parte de la
empresa por las aportaciones que está haciendo y no por una identificación más
pasiva. Y hay signos muy evidentes de esas diferentes posturas', destaca. Pociña
estima que 'estar vivo es mejor que buscar acomodo en la empresa y no ser
crítico. Es la diferencia entre ser un cantero o un constructor de catedrales',
subraya. 'No son buenos los colaboradores que siempre dan la razón', añade
Alejandro Pociña.
Por su parte, Eduardo García, director de Psiconova, cree que la responsabilidad
de esa identificación casi absoluta con la empresa es provocada en muchas
ocasiones por 'el modelo de gestión más que por el tipo de actividad
empresarial'. 'Depende también de cómo el jefe valore el nivel de compromiso de
los empleados, y, en muchas ocasiones, sólo les gusta que los empleados dediquen
mucho tiempo a la empresa', matiza. Y si los responsables prefiere a las
personas más disciplinadas, 'difícilmente sales de esa dinámica porque temes la
marginación. Son comportamientos rígidos, que no buscan la participación a
través de la satisfacción personal', recalca esta experta.
Estrategia de supervivencia
La actitud acrítica en el trabajo es una renuncia la identidad, señala César
Fernández, director asociado de consultoría de Norman Broadbent. Como otros
expertos en recursos humanos, cree que generalmente en el fondo se trata de 'una
estrategia de supervivencia'. ·Y añade que 'es un perfil de empleado que se da
más en las grandes empresas'. El lema de estas personas es no complicarse la
vida con iniciativas o con opiniones que puedan ser disidentes o salirse de la
línea oficial de la empresa.
Pero César Fernández estima que no siempre es responsabilidad del trabajador y
que los jefes que cuenten con muchas personas de esas características en su
organización deberían plantearse si no están propiciando esa actitud. Y que es
mejor 'una persona que critica, ya que es una muestra de que está interesada en
el proceso'.
'Si un jefe impone el pensamiento único logra personas que parecen muy
identificadas pero que no aportan ideas renovadoras', indica el director
asociado de consultoría de Norman Broadbent. 'Se pueden perder así buenos
profesionales', añade César Fernández.
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