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SINIESTRALIDAD LABORAL
PREVEER Y PROTEGER
La empresa debe esforzarse más en prever y proteger, el trabajador debe exigir y usar más medios para su seguridad y la Administración debe de ser más práctica y eficaz.
PUEDE que haya sido una fatal casualidad,
un cúmulo de negligencias, falta de formación o, simplemente, exceso de prisa
por rematar un trabajo, el caso es que, en las últimas semanas se han sucedido
demasiados accidentes laborales con resultado de muerte. A la desgracia familiar
que supone la pérdida de un ser querido le sigue la frustración que produce
constatar que la legislación laboral no impide que los accidentes ocurran.
Son tantos los factores que influyen en la siniestralidad laboral que es fácil
caer en la tentación de simplificar echándole la culpa, en primer lugar, a la
empresa; después, a las autoridades laborales y, por último, a la propia
víctima: el trabajador. Y, aún habiendo una gran verdad en este ritmo de
responsabilidades, lo cierto es que no todo es blanco o negro.
Si uno se da una vuelta por cualquier obra, es más que probable que se encuentre
a un albañil trabajando en un andamio con el casco a sus pies, sin guantes de
protección, llevando zapatillas deportivas y sin estar sujeto su cinturón de
seguridad a la línea de vida. Si le ocurriese algo, ¿de quién sería la culpa?
Seguramente, al igual que tiene el casco en sus pies, el trabajador posee todo
el equipo de protección individual que le corresponde, es decir, guantes,
zapatos con puntera reforzada, faja lumbar, etc., pero no se los pone porque
trabajar tan pertrechado en altura, sobre todo cuando suben las temperaturas, es
engorroso e incómodo. Por su parte, la empresa, representada por su encargado,
puede haberse «olvidado» de poner la línea de vida, aunque tal vez le habrá
amonestado regularmente sin insistir demasiado, para no retrasar el avance de la
obra y poder así cumplir con los plazos. Por último, las autoridades laborales
se habrán limitado a revisar la documentación de la empresa y su legalidad,
omitiendo hacer hincapié en la aplicación práctica de las medidas que garantizan
la seguridad.
El resultado es un cóctel explosivo que puede acabar de forma trágica. A las
tres partes les incumbe concienciarse y mejorar. La empresa debe esforzarse más
en prever y proteger, el trabajador debe exigir y usar más medios para su
seguridad y la Administración debe de ser más práctica y eficaz.
La Voz de Galicia
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