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Santander ¿quién? eres tú...

De todos es conocida la intensiva campaña “Santander eres tú” que el Banco viene desarrollando y difundiendo de un tiempo a esta parte, y en la que, sorpresivamente, estamos incluidos el personal del Grupo Santander Consumer. Y decimos sorpresivamente porque ciertas actitudes, tanto activas por parte de algunos mandos, como pasivas por parte de la Dirección, hacen que, a no ser que recibamos muestras de lo contrario, la realidad transcurra en un universo paralelo y muy distinto al teórico y tan proclamado espíritu de la campaña antes referida


Este artículo se publicó originalmente en santander consumer (Seccion Sindical Santander Consumer) ,


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En este universo paralelo, universo real que viven algunos de los trabajadores y trabajadoras de esta casa, se dan situaciones que nada tienen que ver con la tan nombrada Responsabilidad Social Corporativa, ni con el eje central de “Santander eres tú”, que nos hace girar la cabeza preguntándonos ¿quién?.

 

Lamentablemente, una vez más, varias oficinas del norte de España de nuestra organización se están significando negativamente por la proliferación de actitudes negativas con su personal: presión antisindical, interpretaciones "a la baja" del Convenio Colectivo, presiones para el incumplimiento de horarios y turnos, cambios de puesto de trabajo de mujeres que deciden acogerse a lo dispuesto en la Ley de Igualdad, y aún más allá, algún despido y sobre todo, bajas médicas por stress laboral que incluso han desembocado en Actas de Infracción de la Inspección de Trabajo y sentencias condenatorias contra la Empresa.

 

 

Bien por la presión en la consecución de objetivos, bien porque algunos viven en la cultura antaño arraigada de “la letra con sangre entra”, bien por una falta de valores humanos básicos, ó  bien por encubrir actuaciones encaminadas al propio provecho, hemos vivido situaciones muy duras en las que desde CC.OO hemos intervenido activamente en la defensa de los derechos de los trabajadores que se han visto alguna vez atropellados de diversa manera: acosos de todo tipo pero no denunciados por miedo de las víctimas, cambios de puesto de trabajo, pactos de salida, etc. En estos momentos, de cambios organizativos por motivos estratégicos y de previsión ante el entorno económico, velamos porque no se adopten medidas en detrimento de la estabilidad en el empleo ni de las condiciones de trabajo, apostando por procesos de prejubilaciones o bajas, realmente voluntarias e incentivadas, en los ajustes de plantilla.

 

Pero ahora, tenemos delante un problema que por su significado y magnitud no puede dejar indiferente a nadie: acoso laboral, o lo que es lo mismo, conducta abusiva ejercida de forma sistemática sobre una persona en el entorno laboral manifestada con comportamientos, palabras o actitudes que lesionan la integridad psíquica poniendo en peligro o degradando las condiciones de trabajo.

 

La peor cara de la peor forma de gerencia, ha salido a la luz y fuera de nuestro universo paralelo. En algún caso ya lo reconoce Inspección de Trabajo y los Juzgados de lo Social, pero puede haber más. Y ante esto ¿cuál es la actitud de la Dirección del Grupo Santander Consumer?: Pasividad. Simplemente calla y tolera, recurre y espera, pero no hace lo que debe: Tomar decisiones y responder a los trabajadores como esperamos que lo haga, con justicia.

 

En el Estatuto de los Trabajadores, regulador de las sanciones que se pueden imponer por parte de la empresa e, incluso, de esta forma llegar a un despido disciplinario, se dice, en el punto 2.3 del art.54, que se considera como incumplimiento contractual y, por tanto motivo de despido disciplinario: “Las ofensas verbales o físicas al empresario o a las personas que trabajan en la empresa o a los familiares que convivan con ellos”.

 

Seguro que en una carta de despido hemos visto como incumplimiento cualquier punto, menos el que ahora nos ocupa. Lo triste es que tal vez el daño moral, a la dignidad personal o profesional con consecuencias físicas, psíquicas, familiares y profesionales no importe, sobre todo cuando este daño lo infringe personal jerárquicamente superior a otro inferior. Por otro lado, las actitudes hostigadoras no sólo son un quebranto social, sino también un quebranto económico, en forma de actas de infracción e indemnizaciones a las victimas,  que parece asumido como si de una inversión se tratara, en la que no podemos concebir humanamente ninguna rentabilidad.

 

Y es que si se condenan las actitudes activas, en un acoso por ejemplo, ¿qué ocurre con las actitudes pasivas? Porque no obviemos que estas situaciones se dan por la tolerancia y el silencio de los que pueden evitarlas, fomentando e institucionalizando la manera de que algunos tienen de entender una “Gestión Eficaz”. Unos, premiados en el pasado, otros, reforzados en sus puestos en el presente o felizmente prejubilados y colaborando  como agentes en el futuro. INTOLERABLE.

 

Sentimos si esta vez es para la Dirección “uno o alguno de los suyos” el que debe estar en el punto de mira, pero si quieren que “Santander seamos todos”, por favor, no nos mezclen con indeseables ni toleren este tipo de situaciones, porque hasta ahora ya sabemos quiénes cuentan realmente en el Universo Santander.

    
                                                                                                                                       Boadilla del Monte, 26 de Junio de 2.008

 

 

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