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SINIESTRALIDAD LABORAL
¿Por qué va tan mal la siniestralidad?
Es una pregunta obligada para todos los agentes públicos y privados que tienen que ver con la materia. Nuestros datos de siniestralidad laboral siguen estando muy por encima de la media europea, a pesar de la mejora producida en los últimos ejercicios en cuanto a los accidentes mortales se refiere.
Llevamos años trabajando en prevención y
seguridad, nuestra legislación es idéntica a la de nuestro entorno europeo,
emanada de la ley del 95 y de las consecuentes transposiciones de las directivas
europeas, todas ellas acordadas por consenso entre los agentes sociales y las
Administraciones central y autonómicas en el seno de la Comisión Nacional de
Seguridad y Salud Laboral. Además de esta homologación normativa, me consta que
las adecuadas medidas de prevención han sido una prioridad constante para
nuestra Inspección de Trabajo. Consenso de todos, buenas leyes, interés público,
pero, sin embargo, los datos siguen siendo muy malos. ¿Qué pasa?
Existen muchas respuestas. Que si la construcción pesa mucho en nuestra
economía, que si nuestra temporalidad es muy alta, que si abusamos de la
subcontratación, que si los empresarios no se toman en serio el asunto, que si
los trabajadores no ponen interés... ¿Cuál de ellas es la verdadera respuesta a
nuestra pregunta? Pues probablemente todas en general, y ninguna de ellas en
particular. En el fondo, lo que pasa es que nuestras normas de seguridad laboral
se basaron en un supuesto básico: que existía una cultura de prevención. Y esa
cultura, a pesar de los esfuerzos realizados todavía no existe. Por eso el
sistema no funciona como debiera.
¿Pero qué es cultura de prevención? Cultura es un conjunto de valores
sobreentendidos que supone una escala de prioridades. La prevención, esto es, el
arbitrar todas las medidas físicas y personales para evitar accidentes, más que
solucionar sus efectos, todavía no es una cultura entre nosotros, aunque poco a
poco vayamos avanzando hacia ella. Una cultura impregna a todos los
intervinientes en la materia. También a los sistemas educativos, responsables de
la creación de la conciencia primero, y de las técnicas de prevención, después.
De todo ello se habló en el IV Encuentro Nacional de Profesores Universitarios
de Seguridad y Prevención, celebrado recientemente en Sevilla. Los profesores de
las universidades españolas se preguntaron cómo podrían mejorar, desde su
tribuna, la educación en prevención de nuestros titulados universitarios,
empeñados en mejorar esa deseada cultura de prevención.
Los profesionales reunidos en Sevilla llegaron a las siguientes conclusiones,
que transcribo esquemáticamente: el nombre de la asignatura y de los
departamentos debería ser 'Prevención y Seguridad' y no 'Seguridad y
Prevención', como está actualmente establecido. La cultura de la prevención es
la que garantiza la seguridad, y no viceversa. Recomiendan abordar la materia en
su globalidad, recogiendo una realidad actual, que a las responsabilidades
civiles ya se están uniendo las penales.
Los futuros profesionales deben tenerlo muy claro desde su etapa universitaria.
Hay que inculcar en el alumno que la seguridad es una materia que debe estar
integrada en el proceso constructivo, y no, como hasta ahora, como una adenda
paralela al proyecto. La enseñanza de la seguridad debe realizarse de forma
transversal, incluyéndola en todas las asignaturas, al menos en las carreras
técnicas. La aplicación de los créditos ECTS debe ir acompañada de una mayor
dotación de recursos por parte de las universidades. Se debería estudiar la
posibilidad de unificar los contenidos básicos de los programas de las
asignaturas en todas las escuelas técnicas de España.
El alumno debe salir convencido de sus conocimientos y ser un técnico útil en
materia de seguridad. El alumno debe ser consciente de que el conocimiento de la
materia permite asumir las responsabilidades con tranquilidad. Se debe insistir
en la realización de trabajos de investigación en temas de seguridad. Al trabajo
en equipo debe darse trato preferente, como se exige en el mundo empresarial. Se
debe potenciar las actitudes sociales, para reforzar la cultura de la prevención
en el seno de las organizaciones. Se tiene que potenciar el uso de las
herramientas informáticas en materia de prevención.
Esperemos que cuando vuelvan a encontrarse en quinta convocatoria en Barcelona,
algunas de sus recomendaciones sean ya una realidad.
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