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Telemarketing
Los 'call centers' se suman al proceso deslocalizador y empiezan a dejar España
La deslocalización, o traslado de las actividades de una empresa a un país extranjero más barato, se empieza a convertir en la pesadilla de los teleoperadores, que ven peligrar sus puestos de trabajo. Según los sindicatos, hasta un 30% de esos empleos podría ser deslocalizado en los próximos años.
Lear, Samsung, Philips o Delphi tienen un rasgo en común: han optado por llevarse parte o la totalidad de sus actividades de España a otros países con el objetivo de abaratar costes. Ese fenómeno, que hasta ahora afectaba sobre todo a empresas tecnológicas o fabricantes de componentes, comienza a ser una realidad también en el sector del telemarketing, que da trabajo a entre 60.000 y 70.000 personas. Los sindicatos denuncian que los estragos de la deslocalización no han hecho más que empezar y que lo peor está por llegar. "De aquí a dos años, hasta un 30% de los empleos podrían ser deslocalizados", asegura la responsable de la Agrupación Estatal de Telemarketing de Comisiones Obreras, Adela París. Su homólogo de UGT, Álvaro Vicioso, calcula que en los últimos tres años ya se han perdido unos 10.000 puestos de trabajo entre despidos y finalización de contratos por obra por el traslado de los call centers (centros de atención telefónica) al extranjero.
La patronal del sector, la Asociación de Contact Center Española
(ACCE), que agrupa a las grandes empresas de telemarketing, no oculta
que ese vuelco se está produciendo. Según un reciente estudio, entre
enero y septiembre del año pasado se abrieron en España once
plataformas de telemarketing y se cerraron siete, con lo que el
incremento neto de empleos fue de 465. Sin embargo, las plataformas que
dan servicio a España desde el extranjero se incrementaron en seis, con
la creación neta de 2.100 puestos de trabajo.
Las ciudades que corren más peligro de sufrir deslocalizaciones son
Madrid y Barcelona, ya que aglutinan el 50% del empleo del sector, con
cerca de 29.000 y 9.000 trabajadores, respectivamente. "Las grandes
ciudades han dejado de ser rentables por el alto coste de la vida, que
obliga a pagar sueldos más elevados", explica Álvaro Vicioso. Por eso,
los destinos predilectos para implantar los nuevos servicios suelen
estar en países latinoamericanos, como Argentina, Chile o Colombia.
"Las ciudades de la periferia española también suelen ser elegidas",
apostilla Adela París.
La mayor parte del sector de los call centers está en manos de una
veintena de grandes empresas, entre las que destacan Unisono, Atento
(que presta la mayoría de sus servicios a Telefónica), Bouncopy,
Promofon, Qualytel, Konecta, Transcom o Contactel. Algunas de ellas
insisten en que se ven obligadas a deslocalizar a sus trabajadores por
imperativo de sus clientes. Por ejemplo, Orange exigió el año pasado
que las empresas que se presentaran a su concurso de prestación de
servicios de atención al cliente tuvieran carácter multinacional, lo
que obligó a Qualytel a abrir centros en el extranjero.
La presión de los clientes para que abaraten sus ofertas ha puesto
contra las cuerdas a algunas empresas. Por ejemplo, los sindicatos de
Atento denunciaron recientemente que la empresa, con unos 12.000
trabajadores, preparaba un expediente de regulación de empleo (ERE) que
podría afectar a miles de personas.
Pero la amenaza de la deslocalización no sólo planea sobre las empresas
que prestan servicios de telemarketing sino también sobre las empresas
que tienen sus propios call centers.
Un ejemplo es Jazztel, que el año pasado decidió despedir a cerca de
700 trabajadores de Galicia. La banca tampoco se libra del peligro. Por
ejemplo, Citigroup estudia la viabilidad de su call center de
Barcelona, que, con un centenar de trabajadores, podría ser
deslocalizado. "La Ciudad Condal ha perdido atractivo por el aumento de
su calidad de vida", explica una portavoz del banco, que insiste en que
si se decidiera la deslocalización, a la mayoría de los empleados se
les ofrecería trasladarse a su nuevo lugar de trabajo con condiciones
atractivas.
La inestabilidad laboral no es el único motivo de la precariedad
existente en el sector. Los salarios, en la mayor parte de las
ocasiones, apenas superan el mínimo interprofesional. De acuerdo con
los sindicatos, el salario medio de un teleoperador ronda los 700 euros
netos al mes por 39 horas de trabajo semanales. Según UGT, la mayoría
de los trabajadores no alcanza ese sueldo porque tiene jornadas
inferiores.
ESTHER CABALLERO
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