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Cuando los empleados de la banca se sienten víctimas
«Me habéis arruinado la vida». Es lo que dijo un vecino de Gandía antes de entrar en una sucursal del Banco Santander. Sin mediar palabra se sentó en la mesa de la interventora y acto seguido, la apuñaló e hizo lo propio con otros dos empleados.
ABC. - Pere Puig Puntí eligió una escopeta de caza. Se dirigió al bar La Cuina de l'Anna y mató a cuatro personas, dos de sus jefes en la constructora donde trabajaba y dos empleados de la oficina de la CAM a la que solía acudir. Al parecer el gerente y el director de la sucursal también eran su objetivo, pero no los encontró. ¿Los motivos? Iban a despedirle y el banco le negaba el cobro de un pago que según él le pertenecía.
V.U.G. no tenía la intención de asesinar a nadie cuando derramó 20 litros de gasolina en el interior de una oficina de Caja Burgos. Por eso aconsejó a los cuatro empleados de la localidad burgalesa de Sotopalacios que abandonaran la sucursal antes de echarla a arder.
La crisis les golpea directa y literalmente. Agresiones, amenazas e incluso asesinatos se vuelven cada vez más habituales desde que este sector colapsó. Los empleados de banca se unen ahora para advertir a la sociedad y a los medios de comunicación que «son la cara visible, pero no la cara culpable».
La plataforma «me declaro inocente» nació en Cataluña en agosto del año 2011. Un año después ya son más de 400 personas las que han firmado a favor de su manifiesto.
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