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Galgos o podencos
Opinión:Los gestores de las cajas pasarán la historia por permitir la descapitalización financiera de Castilla y León
No hay otra comunidad autónoma en España donde la evidencia de la no politización de las cajas de ahorro sea tan clara. Hace meses, más de doce, que políticos de uno y otro signo han abogado por una gran caja castellanoleonesa. Sin embargo los órganos de gobierno de las seis cajas de la comunidad han hecho caso omiso a declaraciones, admoniciones y presiones políticas y hoy se encuentran inmersas en cuatro procesos diferentes, dos de ellos con su epicentro decisional fuera de la comunidad autónoma y otro aún está por decidir dónde se ubicará.
Ya lo apuntaba Tomás de Iriarte, poeta canario de la ilustración: ante ciertos riesgos no merece la pena analizar su naturaleza sino echar a correr para evitarlos. Cual conejillos de su famoso poema que discutían si quienes corrían en pos de ellos eran galgos o podencos, han quedado las cajas castellanoleonesas, envueltas en unas soluciones que vistas en perspectiva no son, probablemente, las que ambicionaban.
No hay otra comunidad autónoma en España donde la evidencia de la no politización de las cajas de ahorro sea tan clara. Hace meses, más de doce, que políticos de uno y otro signo han abogado por una gran caja castellanoleonesa. Sin embargo los órganos de gobierno de las seis cajas de la comunidad han hecho caso omiso a declaraciones, admoniciones y presiones políticas y hoy se encuentran inmersas en cuatro procesos diferentes, dos de ellos con su epicentro decisional fuera de la comunidad autónoma y otro aún está por decidir dónde se ubicará.
Cierto es que muchos de los miembros de los consejos de administración y de las asambleas generales de estas cajas fueron nombrados directa o indirectamente por los partidos políticos. Pero una vez tomaron posesión de sus cargos han hecho efectiva una autonomía decisional que ya quisieran para sí otros estamentos. Pasados los meses en los que el Banco de España permitió, tal vez en exceso, análisis de escenarios, acercamientos y escarceos, el resultado del 'big bang' de las fusiones del mes de junio merece cierta reflexión.
La única fusión 100% castellanoleonesa, la que tendrá lugar entre Caja España y Caja Duero, bautizada provisionalmente con el nombre de Grupo Espiga, ha perdido mucho, demasiado tiempo en decisiones técnicas y de poder y cuando parecía que se ponía en serio en las nada sencillas tareas de la integración efectiva recibió el jarro de agua fría de ser una de las seis entidades europeas que suspendieron los ya famosos 'stress test'. Más allá de las implicaciones en imagen y de las futuras necesidades de capital lo que parece evidenciar es que este Grupo es un claro candidato a integrarse con otra entidad en la más que evidente segunda vuelta de consolidación que puede suceder en menos de un año.
Pero si los 'stress test' trajeron malas noticias para las entidades de León, Soria y Salamanca, no fueron mucho mejores para Caja de Burgos, unida 'en frío' con Navarra y Canarias pues fue también merecedora de otro suspenso europeo. En este caso tal vez lo peor fue la sorpresa pues Banca Cívica apuntaba a entidad líder e hipersolvente. Parece que no lo era tanto, tal vez porque no todos los llamados a participar se unieron finalmente al proyecto. La más que posible entrada en el capital de la firma J.C. Flowers es una buena noticia financiera pero mala respecto a la centralidad del poder. Éste apuntaba a Madrid. Ahora Madrid será un paso hacia los mercados, es decir, la bolsa. Desde Burgos a Wall Street pasando por Pamplona.
Ávila y Segovia no se unieron a Duero y España por temor a perder su personalidad y capacidad de influencia
que venga Júpiter, nombre imagino en clave del SIP liderado por Caja Madrid, y lo vea pues con participaciones del 2% no llego a ver lo que pueden variar el rumbo de una nave a siete donde Caja Madrid tiene el 52%, y la presidencia ejecutiva, y Bancaja el 38% y la vicepresidencia. Todo se decidirá en Madrid, con permiso, eso sí, de los valencianos.
Tal vez sea Caja Círculo la que más pueda decidir ya que por esperar hasta el final, y por tener unas cuentas saneadas, lidera el SIP con la también católica CAI y la descolgada Caja Badajoz. Aunque, siguiendo la moda de los SIP, probablemente todo se traslade físicamente a Madrid, cada vez más parecida a París, o a México, por eso de la centralización de las decisiones.
De seis cajas en la comunidad a una
y veremos en qué y dónde acaba el Grupo Espiga. ¿Qué ha pasado? La verdad es que de nada sirve llorar por la leche derramada pero si los numantinos órganos de gobierno de las cajas hubiesen escuchado más y mejor al Gobierno y la oposición de la comunidad la foto bien pudiese haber sido diferente. Probablemente nadie se creyó que la reestructuración de cajas iba en serio y la pregunta no era fusionarse o no, sino con quién. Porque no creo que el sentimiento cainita sea más fuerte en Castilla y León que, por ejemplo, en Galicia o Cataluña. Allí sí que ha sido posible que se pusiesen de acuerdo distintas cajas para originar nuevos grupos 100% locales: Breogán, Unnim, Diada... son proyectos que tal vez pronto se unan con otros, pero los órganos de decisión siguen estando en su tierra. Castilla y León ha perdido en este proceso un poco de su identidad. Y, por una vez, la culpa no es de los políticos sino de unos gestores que no han sabido, o no han querido, leer la relevancia de estos procesos. Por defender Ávila, Burgos o Segovia ha salido ganando Madrid.
De 45 cajas que había a principios de año quedan ahora 18 grupos y todo apunta que en el futuro quedarán menos de diez. No sabemos cuáles serán, lo que sí sabemos es que es muy difícil que alguna de estas diez cajas tenga su sede en Castilla y León. Se perderán, aunque sólo sea por traslado, puestos de trabajo de calidad, cercanía en las decisiones y un tejido de proveedores de servicios. Es verdad que a los gestores de las cajas de ahorro no se les puede exigir una visión de Estado. Pero, sin exigírsela, puede decirse que, en general, no la han tenido y han primado localismos y personalismos. No pasarán a la historia por haber permitido que su vecino creciese a su costa, es cierto, pero pasarán a la historia por facilitar la descapitalización financiera de Castilla y León.
JOSÉ ANTONIO BUENO | SOCIO DE EUROPRAXIS
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