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La vergüenza del éxito
Barclays Bank, S.A.
El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define, en su primera acepción, la palabra éxito como el resultado feliz de un negocio, actuación, etc. Ignoramos cual pueda ser la definición que a la palabra success dé la institución homóloga británica, si es que existe.
El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define, en su primera acepción, la palabra éxito como el resultado feliz de un negocio, actuación, etc. Ignoramos cual pueda ser la definición que a la palabra success dé la institución homóloga británica, si es que existe, pero lo cierto es que, en principio, de éxito podría calificarse la actuación de Barclays al haber obtenido durante los ejercicios 2010 y 2011 unas ganancias de 888 millones de dólares a partir de la especulación en commodities, o lo que en castellano cervantino viene a denominarse materias primas, y más concretamente, en el caso que nos ocupa, alimentos básicos como el trigo, maíz y soja, provocando, en palabras de la propia entidad, una significativa subida de precios, según el informe del Movimiento para el Desarrollo Mundial (WDM por sus siglas en inglés).
Este mismo diccionario define la palabra fracaso, como el malogro, o resultado adverso de una empresa, negocio, actuación, etc. De igual forma ignoramos el sentido que en la Gran Bretaña otorgan a la palabra failure, pero queremos pensar que de failure puede ser catalogado el hecho de que en el Cuerno de Africa se estén, literalmente, muriendo de hambre, en lo que ya ha sido institucionalmente denominado como la primera hambruna del siglo XXI, con más de 80.000 muertes entre abril y agosto de 2011, más de la mitad de ellos niños menores de cinco años, y provocadas por la desnutrición, estando actualmente afectados más de trece millones de personas.
Sin ánimo de ser macabros, podríamos concluir que por cada persona que moría de hambre, Barclays generaba más de 11.000 dólares de ganancias por la especulación en trigo, maíz y soja. Ignoramos, no obstante, si en el mercado de commodities cotizaban a mayor precio los desnutridos menores de cinco años.
Si bien es cierto que en la tragedia del Cuerno de Africa ha habido desencadenantes como la mayor sequía de la región en 60 años, y la continua guerra de Somalia, no es menos cierto que la especulación salvaje en alimentos de primera necesidad, con un aumento de precios sin precedentes del 10% en un mes, y admitiendo el propio Barclays que la especulación sí causó la subida de precios, ha constituido el tercer jinete de este vergonzoso Apocalipsis, del que la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advirtió con la suficiente antelación. En este sentido hay quienes por incompetencia no fueron capaces de tomar las medidas necesarias a tiempo, y hay quienes, a semejanza de los buitres, especularon con la escasa esperanza de vida que aún quedaba.
Quisiéramos pensar que esta clase de exitos nada tienen que ver con los altos estándares que presumimos tener, ni con nuestra tan manoseada y presuntuosa Responsabilidad Social Corporativa, ni con la excelencia cacareada por el territorial de turno, pero las evidencias son tozudas y desde la ignoramcia hasta los buitres parecen águilas.
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