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El reto de la igualdad

IGUALDAD DE GENERO

¿En qué lugar queda la mitad de la población, por cierto la que representa el mayor activo de capital humano en formación y preparación, para incorporarse al nuevo modelo productivo?


Este artículo se publicó originalmente en Fraternidad (Servicios CCOO en Fraternidad Muprespa) ,


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La igualdad de oportunidades de mujeres y hombres ha de ser incluida y formar parte del cambio de modelo productivo para lograr un crecimiento económico sostenible y un empleo de calidad.

La situación de crisis económica y la destrucción de empleo actual obligan, al menos, a realizar tres reflexiones desde la perspectiva de género. La primera, cuáles eran las características más determinantes del mercado de trabajo y del modelo productivo vigente hasta hace unos meses; qué medidas son necesarias aplicar para paliar en lo posible las consecuencias tan dramáticas respecto al coste humano y económico y por último, cuáles son las reformas necesarias para modificar errores pasados.

Ya antes de iniciarse los efectos de la crisis, CCOO denunció la necesidad de corregir un modelo productivo que llegaba a su fin y que había definido un mercado de trabajo dual entre sectores de importante valor productivo con trabajadores y trabajadoras con contratos fijos y jornadas regladas y sectores con mano de obra intensiva y bajo valor añadido, donde la temporalidad y la precariedad laboral era lo que le caracterizaba. Este último sector ha sido ocupado mayoritariamente (exceptuando la construcción) por mujeres, jóvenes e inmigrantes.

El paro de larga duración de las mujeres (con tasas que eran el doble que la de los varones durante toda la década de crecimiento económico); las condiciones laborales precarias, la temporalidad, la jornada a tiempo parcial, la discriminación salarial y la total carencia de políticas fomentadoras de la conciliación laboral y personal ha caracterizado la segregación laboral por razón de sexo en nuestro país. Esta segregación ha sido precisamente la que ha definido las diferencias más sustanciales entre el modelo de mercado de trabajo español y el de la Unión Europea. Mientras que los hombres en España alcanzaban tasas medias de empleabilidad, condiciones laborales y salariales comparables a la media de la UE; las mujeres representaban la diferencia, la desigualdad: más paro, más temporalidad, más discriminación salarial, menos protección social y menos medidas de conciliación familiar y laboral.

La destrucción de empleo, que ha acompañado en España a la crisis económica, ha modificado el mapa del empleo debido al incremento de paro entre los varones, de tal modo que ha sido esta coyuntura la que (al desdibujar las desigualdades entre mujeres y hombres creadas en el crecimiento económico de los últimos años) ha hecho que en la crisis aparezcan como protagonistas de la demanda de soluciones al desempleo y de protección social los trabajadores varones que hasta ahora ocupaban mejores lugares en el empleo y de protección social.

Para paliar esta situación de desempleo masiva y creciente, el gobierno ha puesto en marcha una serie de medidas económicas tendentes a frenar la caída del empleo y procurar la recolocación (fundamentalmente de los obreros de la construcción, mediante la inversión en obra pública local), a sabiendas de que no son medidas ni estructurales, ni que supongan ninguna reforma del modelo productivo y que sólo vienen a paliar, en parte, las altas tasas de paro masculina. Las altas tasas de paro femenino se mantienen y se incrementan, sin que haya hasta ahora se hayan mencionado medidas que vengan a corregir estas desigualdades; por ejemplo, mediante la inversión en servicios a la ciudadanía o de apoyo a los sectores económicos que se están comportando de manera anticíclica y mantienen el empleo, pero que están siendo afectados negativamente por el descenso del consumo.

Ante tal situación las organizaciones sindicales mayoritarias, CCOO y UGT, han trasladado al gobierno y a las organizaciones empresariales sus propuestas para alcanzar un Pacto de Estado por la Economía, el Empleo y la Cohesión Social. Un paco que garantice la protección social de las personas más afectadas por la crisis, evitando bolsas de exclusión. Es imprescindible reactivar la actividad económica para evitar que se siga destruyendo empleo y habrá que establecer las bases para cambiar el modelo de crecimiento en aras a conseguir una economía más sana y sostenible y menos vulnerable a los cambios de ciclo.

Esta decisión sindical de trasladar la propuesta al ámbito del diálogo social a abierto el debate sobre la necesidad del cambio de modelo productivo y sobre cuales han de ser las medidas y las preferencias en la aplicación de las mismas. Se cerraría, de este modo, el ciclo de mano de obra intensiva, sin cualificación y de bajo valor añadido y se establecerían las bases para un modelo competitivo y sostenible, donde la calidad del empleo prime sobre la precariedad y la dualidad y donde la segregación por razón de sexo sea “cosa del pasado”.

En el debate han aparecido una serie de propuestas lideradas por dos grupos conocidos como g-100 y g-700. Ambos pueden coincidir en las causas de la crisis económica, que ha arrastrado a la masiva destrucción de empleo, pero difieren en las propuestas para evitar los efectos que producen los ciclos de crisis económica y financiera sobre el empleo, aunque se acercan en la necesidad de eliminar el trabajo precario, mal remunerado y poco cualificado.

El g-100 básicamente defiende flexibilización contractual, abaratamiento del despido, bajada de cuotas a la seguridad social, limitar la tutela judicial, todo ello dentro de una reforma laboral de calado, estructural e inmediata, con un modelo nuevo de contrato único. Frente a esta propuesta se encuentra la del g-700, que el pasado día19 de junio hizo entrega a los secretarios generales de CCOO y de UGT. Para el g-700 hay que centrarse en actuar contra los incentivos a la temporalidad descausalizada y penalizar el uso excesivo del contrato temporal. Propone más productividad y menos intensividad actuando en el sistema educativo, a todas luces insuficiente, para así favorecer el crecimiento y la absorción de capital humano; ampliar la cobertura a las personas desempleadas de larga duración, separar la financiación del subsidio contributivo por desempleo y el asistencial (por ejemplo la pensión de viudedad); la integración en el Régimen General de la Seguridad Social de los Regimenes Especiales (agricultura y servicio doméstico) e intensificar la acción de la negociación colectiva para que aborde, entre otras cuestiones, el tiempo de trabajo.

¿Garantizan estas propuestas la inclusión de la igualdad de oportunidades de mujeres y hombres tan necesaria para el cambio de modelo productivo caracterizado hasta ahora por la desigualdad y discriminación de las mujeres y que hizo necesario que los sindicatos demandasen la necesidad de legislar para que a través de la negociación colectiva se incorporen acciones positivas mediante planes de igualdad negociados y acordados? ¿En qué lugar queda la mitad de la población, por cierto la que representa el mayor activo de capital humano en formación y preparación, para incorporarse al nuevo modelo productivo? Hay que garantizar la inclusión de la igualdad de oportunidades de mujeres y hombres en cada una de las propuestas y medidas que se adopten para salir de la crisis e iniciar el necesario cambio de modelo productivo. Si la inclusión de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y de trato no está garantizada, continuará perviviendo el actual modelo de mercado de trabajo dual y segregado, mal remunerado y poco cualificado y se tardará más en cambiar el modelo productivo. Además, el cambio no será ni eficaz ni efectivo para lograr que sea competitivo y sostenible si las mujeres no forman parte de ese nuevo modelo productivo y de empleo. Este es el reto.

Revista Trabajadora

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