Alrededor del 80 por ciento de las empresas madrileñas presenta
riesgos para el embarazo, la lactancia y la reproducción de las
trabajadoras y en la gran mayoría no se tienen en cuenta y ni siquiera
se han identificado los problemas, según se desprende de un estudio
presentado hoy por el secretario general de CC.OO. Madrid, Javier López.
Bajo
el título ' Gestión de la reproducción, embarazo y lactancia natural',
el informe recoge el análisis exhaustivo sobre 82 empresas de la
Comunidad pertenecientes a todos los sectores: actividades sanitarias,
financieras, servicios, almacenamiento, transporte, programación,
consultoría, informática, o educación, entre otras.
López señaló
que los datos son "alarmantes", puesto que en el 87 por ciento de las
empresas hay riesgo para la reproducción, en el 11 por ciento están
identificados estos riesgos y sólo en el 3 por ciento de los casos se
introducen protocolos, medios, medidas o métodos para remediar la
situación.
En el caso del embarazo, el 80 por ciento de las
empresas presenta riesgos, y mientras el 14 por ciento de éstas tienen
evaluados dichos riesgos, sólo el 11 por ciento de las empresas reevalúa
el puesto en que se encuentra de la trabajadora para evitar que se
ponga en situaciones que puedan afectar tanto al bebé como a la madre.
Para
López, las consecuencias que esta situación puede tener son "muy
graves" y más si se tiene en cuenta que actualmente la sociedad está
preocupada por la igualdad de la mujer y la "protección de la infancia".
"Si vivimos en una sociedad que apuesta por la igualdad de la mujer y
la protección de los niños es urgente que se tomen medidas", apostilló.
Los
riesgos más importantes, según los resultados, son, por un lado, las
demandas de trabajo elevadas, y, por otro, los riesgos químicos. Le
siguen la exposición al ruido en mujeres y la postura sentada, y el
calor extremo en los hombres.
Con menor frecuencia, aparecen los
riesgos referentes a radiaciones no ionizantes, las ionizantes y
vibraciones, que, entre otras cosas, provocan, disminución de la
fertilidad, riesgos de abortos, partos prematuros, malformaciones en los
recién nacidos, cáncer infantil o daños en los órganos, cerebrales y
retrasos del crecimiento.
El estudio separa por riesgos de
reproducción y embarazo. En este último caso, destacan la fatiga mental
(12 por ciento), las condiciones de trabajo y la manipulación de cargas
(10 por ciento), seguidos de los movimientos, posturas y desplazamientos
(10 por ciento) así como agentes químicos (10 por ciento).
Estos
riesgos están presentes en un 80 por ciento de las empresas visitadas
por el sindicato. Además, en el 70,4 por ciento no existe protocolo de
actuación sino que tratan los casos según van surgiendo. Por el
contrario, en el 21 por ciento de las empresas sí que existen protocolos
de actuación, y en un 10 por ciento incluyen también la lactancia.
Cuando
ya la trabajadora notifica su embarazo, sólo en un 11 por ciento de las
empresas se tiene en cuenta y reconsidera su situación. En este caso,
la empresa puede o bien adaptar el puesto de trabajo (sólo lo hace el 21
por ciento), bien cambiar a la mujer de puesto de trabajo (29,6 por
ciento) o suspender temporalmente el contrato por riesgo (11,3 por
ciento).
RIESGOS EN LA REPRODUCCIÓN
En el caso de
la reproducción, los riesgos que se han identificado han sido agentes
químicos (41 por ciento), radiaciones ionizantes, demandas de trabajo
elevadas (49 por ciento), vibraciones (19 por ciento), ruido (30 por
ciento), calor extremo (28 por ciento) y postura sentada (29 por
ciento).
En el 87 por ciento de las empresas se ha comprobado la
existencia de riesgos para la reproducción y en un 82 por ciento de
ellas no se ha identificado la existencia de estos riesgos,
imposibilitando así cualquier posibilidad de actuar en prevención. Sólo
en el 11 por ciento de las empresas donde se ha comprobado la existencia
de riesgos, éstos se han identificado en la evaluación de riesgos.
Por
otro lado, sólo en un 7 por ciento, además de identificarse, los
riesgos han sido evaluados con el fin de eliminarlos o minimizarlos.
Además, en apenas un 3 por ciento, además de evaluarse los riesgos para
la reproducción, se han establecido las medidas y protocolos necesarios
para eliminarlos o minimizarlos.
Estas medidas se refieren
fundamentalmente a cambios de puesto de trabajo, adaptación de las
condiciones y/o tiempo de trabajo, y en menor medida, otras como el
control de la exposición, la suspensión del contrato y la vigilancia de
la salud. Por otro lado, la vigilancia específica de la salud es
testimonial (solamente se ha encontrado una empresa en la que se
incorporen indicadores de daño productivo).
INFLUYE EL TAMAÑO
DE EMPRESA
Según el tamaño de la empresa, se observa cómo la
gestión de estos riesgos y las condiciones de trabajo que soportan los
trabajadores expuestos son, en general, peores según disminuye el tamaño
de la empresa. Es también muy evidente la importante ausencia de
información y formación de los delegados de prevención sindicales en los
aspectos relacionados con los riesgos.
No obstante, a medida que
aumenta el tamaño de la empresa aumenta también la información que
reciben los trabajadores, siendo nula en el caso de las empresas
pequeñas (16,7 por ciento de las medianas y 80 por ciento de las
grandes). Asimismo, a la hora de adoptar medidas cuando el trabajador
comunica su intención de tener descendencia, todos los casos detectados
en el estudio corresponden sólo a empresas grandes.
Carmen
Mancheño, una de las médicas del trabajo de CC.OO. explicó que todos los
riesgos analizados son muy importantes porque influyen directamente en
la situación de las embarazadas y de la reproducción. "Se dice que son
otros factores como la edad o la forma de vida que llevamos hoy en día
pero el trabajo es fundamental", añadió.
Todos estos riesgos
pueden dar lugar a cambios en el comportamiento sexual, daños a los
óvulos o al esperma, mutaciones del material genético contenido en
óvulos y esperma, así como cáncer u otras enfermedades en los órganos
reproductores.
Durante el embarazo, determinadas sustancias
químicas y agentes biológicos pueden atravesar la placenta y llegar al
feto, impidiendo su desarrollo normal e incluso dañando algún órgano y
provocar defectos al nacer, abortos o nacimientos de niños muertos.
Después
del nacimiento, es posible que la madre, a través de la leche materna,
transmita al feto sustancias tóxicas. También se pueden llevar
sustancias químicas en la ropa, calzado, y la piel, y los niños son
especialmente vulnerables.