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La combinación de riesgos psicosociales en el ámbito laboral causa enfermedades cardiovasculares y fallecimientos por infarto o ictus


Las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de mortalidad, con una media de 9 millones de muertes al año en todo el mundo. En el Día Mundial del Corazón hay que recordar que las enfermedades cardiovasculares son multifactoriales, es decir, en su génesis intervienen factores biológicos, biomédicos o los estilos de vida, pero también las condiciones de empleo y trabajo.


El vínculo más dramático que evidencia la relación entre los factores laborales y la enfermedad cardiovascular es el que muestran las estadísticas de siniestralidad laboral: en 2022 murieron 320 personas por infartos o ictus mientras trabajaban y hasta julio de 2023 la cifra ya alcanza los 157 fallecimientos. La evidencia científica sobre el trabajo como determinante social de la salud cardiovascular es muy extensa y de la mayor calidad. Sin embargo, es difícil encontrar en los espacios donde se configura la opinión pública o incluso en los del ámbito sanitario o de la prevención de riesgos laborales, informaciones que adviertan de su relación con el trabajo asalariado. Y ello, pese a que sabemos cómo evitar o minimizar la pérdida de salud cardiovascular cambiando las condiciones de trabajo que nos enferman.

Desde principios del siglo XX, es prolífica la evidencia científica que fundamenta los riesgos psicosociales como características de la organización del trabajo que pueden perjudicar la salud. Estudios recientes, como el publicado por las doctoras Niedhammer, Bertrais y Witt en 2021 con datos del periodo 2010-2020, señalan que estar expuesta o expuesto a la vez a altas exigencias cuantitativas (más carga de trabajo de la que se puede asumir durante la jornada) y al bajo control (imposibilidad de aplicar nuestras habilidades y conocimientos cuando realizamos el trabajo o de aprender nuevos o de influir en el cómo lo hacemos), aumenta las posibilidades de padecer una cardiopatía coronaria entre un 17 y un 22% y de padecer un ictus isquémico entre un 18 y un 58%; estar expuesto a la alta inseguridad (preocupación por perder el empleo) aumenta las posibilidades de padecer una cardiopatía coronaria en un 32% o diabetes en un 15%. Así mismo, las altas exigencias a la vez que las bajas compensaciones (bajo reconocimiento, bajo salario o baja seguridad en el empleo), aumentan las posibilidades de padecer una enfermedad coronaria en un 19%. Morir por enfermedad cardiovascular es un 20% más frecuente si se trabaja en situación de bajo control (baja influencia y bajas posibilidades de aplicar habilidades y conocimientos y aprender nuevos al realizar nuestras tareas). Altas exigencias, bajo control y bajas compensaciones son condiciones de trabajo muy prevalentes en España y también las prácticas empresariales de gestión laboral que están en su origen: plantillas ajustadas, métodos de trabajo poco participativos y bajos salarios.

Este tipo de evidencia científica continúa en aumento. Este mismo mes de septiembre, un equipo conformado por investigadoras e investigadores del Centro Hospitalario Universitario de Quebec- Universidad de Laval, ha hecho públicos en la revista Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes, los resultados de un estudio longitudinal con un seguimiento de 18 años (2000-2018) a 6465 trabajadores y trabajadoras de la cohorte PROQ. Después de controlar el efecto de otros factores de riesgo como la historia cardiovascular familiar, el consumo de alcohol o tabaco o la realización de actividad física, la personalidad, factores demográficos, entre muchos otros, concluyen que, entre los hombres, el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular aumenta un 49% si se trabaja en una situación de altas exigencias y bajo control o bien en una situación de altas exigencias y bajas compensaciones. Si se está expuesto a ambas situaciones, el riesgo aumenta hasta el 103%. Por ello, estas investigadoras exhortan a realizar intervenciones preventivas de estos riesgos psicosociales laborales, de estas condiciones de trabajo, para reducir la carga de enfermedad cardiovascular derivada del empleo. Subrayan que se trata de condiciones modificables cuyos efectos en la salud cardiovascular son comparables a otros factores de riesgo biomédicos o relativos a los estilos de vida. Es más, la exposición combinada a los tres riesgos psicosociales combinados (altas exigencias, bajo control y bajas compensaciones), aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares de manera comparable a la obesidad. Los resultados para las mujeres se consideran inconclusos y se plantean seguir investigando al respecto. 

El Dr. Manuel Anguita, de la Sociedad Española de Cardiología, en declaraciones a prensa respecto de este estudio señaló que es “un trabajo metodológicamente muy bien hecho, con el seguimiento de miles de pacientes durante 18 años, que ha permitido confirmar lo que ya sospechábamos. El estrés, mal llevado, es un factor determinante de riesgo coronario. Lo estamos viendo en nuestras consultas. Chavales jóvenes, de 40 años, que no tienen los factores de riesgo clásicos (tabaco, diabetes, hipertensión...) sufren infartos porque están sometidos a una enorme presión laboral”.

A partir de este tipo de evidencias se puede asegurar, fehacientemente, que entre las causas sociales –es decir, cambiables– de las muertes y enfermedades cardiovasculares, está la exposición a los riesgos psicosociales del trabajo. La OMS los considera determinantes sociales de la salud desde 2008. Todas estas investigaciones indican una amplia gama de objetivos para intervenciones organizativas destinadas a minimizar los problemas de salud en la empresa: reducir las exigencias cuantitativas, aumentar la influencia y las posibilidades de aplicar habilidades y conocimientos y aprender nuevos, aumentar la seguridad del empleo y el reconocimiento del trabajo. Además, confirman que estos problemas de salud cardiovascular pueden ser minimizados en su origen, en el ámbito laboral, reduciendo las exposiciones, a partir de cambios en las prácticas de gestión laboral. En los contextos europeo y español, ello es un derecho fundamentado en la directiva europea de 1984, transpuesta en nuestro país y vigente desde 1996 en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y el Reglamento de los Servicios de Prevención. Este marco legal prioriza las acciones preventivas en origen para reducir los riesgos laborales, de manera que los cambios en la organización del trabajo con esta finalidad, se convierten en un derecho de trabajadores y trabajadoras a ejercer en la empresa y del que no vamos a abdicar. 

Así, la cuestión principal para el ámbito laboral es asegurar unas condiciones de trabajo saludables. La obligación empresarial es cambiar las prácticas de gestión laboral para reducir las exposiciones a los riesgos psicosociales del trabajo, evitando o reduciendo los riesgos psicosociales, eliminando la posibilidad de enfermar en los lugares de trabajo. Salud cardiovascular en los centros de trabajo sí, pero cambiando las condiciones de empleo y trabajo, moldeando las prácticas de gestión laboral para promover un trabajo decente, saludable, más justo y democrático.