No renunciamos a trasladarle una realidad que, al parecer, nadie tiene interés en que conozca y que, entendemos, es el resultado de sus propias decisiones. Más allá de iniciativas y comunicaciones que intentan trasladar un buen clima laboral (la última de ellas, la celebración del primer aniversario de Abanca), lo cierto es que las comunicaciones no escritas y el trabajo diario discurren claramente por otros derroteros en los que la presión y la amenaza son los protagonistas. Ya sabemos qué es ignorar las quejas de la plantilla, oír lo que nadie reconoce haber dicho. Estos caminos ya han sido explorados y con pésimos resultados para las entidades y para la sociedad.