Opiniion

La Caja que llegó del frío




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  Mané fue un pastor feliz y borrachín que murió  una noche gélida de invierno al quedarse dormido al  raso con la barriga entusiasma da de vino. Si levantara la cabeza, volvería a morirse otra vez,  porque el mundo está que no lo  reconoce ni la madre que lo parió. Mané era hombre antiguo,  igual que su hermano Tomás,  miembros de una humilde familia rural a la que la vida ha nutrido mayormente de calamidades diversas. Mané bebía y fumaba hasta  caer reventado. Y en efecto, aque lla noche ominosa de Navidad  su andorga, infl amada por el al cohol, explotó prácticamente.  Tomás, en cambio, aunque dado a las mismas mañas, ha goza do de mejor fortuna, y a sus casi  ochenta años sigue bebiendo y  fumando como un jabalí. Tomás  aventaja a su hermano además  en la decena de hijos, uno de los  cuales, Paco, pastor asimismo,  acostumbra a alternar los fines  de semana con el amo de la Elec tra, tomando chatos de vino y sa boreando chochos, o sea, altra muces, por los bares del pueblo. Mané era de la época de la Caja  de Ahorros y Monte de Piedad de  Salamanca, cuya oficina local visitaba con frecuencia en busca  de perras para sus correrías etílicas. Esa misma caja que a finales   de los 90 o así se arrejuntó con la  de Soria, matrimonio tumultuo so al principio del que nació la ac tual Caja Duero. Uno recuerda a  Sebastián Battaner, el presidente  de entonces, presentando a la  criatura en voz baja y con mucho  secreto, pues temía las reaccio nes adversas de eso que en las cajas denominan 'impositores', que vienen a ser como el pueblo  soberano en la nación, es decir,  un ente abstracto y poderoso del  que todos hablan a conveniencia  pero que no tiene ni cuerpo ni ca ra ni alma. Pocos impositores y  demasiados políticos por los pasillos purpúreos de las cajas ¡ay! Ahora estamos otra vez en las  fusiones. Mané se murió, el buen  hombre, bajo la helada espesa de  aquel lejano invierno. Hoy los  tiempos son otros y hay que re novar las estrategias. Estamos an siosos por conocer el detalle de  las capitulaciones de este nuevo  matrimonio entre Duero y Espa ña. Las negociaciones prosiguen  estos días (ahora el escollo es la  informática, dicen) y, como siem pre, procesión de políticos de acá  para allá, v.gr., en la comisión ne gociadora, para ultimar esa macrocaja que nos llegará del frío. Los tiempos cambian, es cierto,  y nosotros ni nos damos cuenta.  Miguel Delibes, a sus 89 años, re sulta casi irreconocible en la me cedora mientras Juan Vicente  Herrera le impone la medalla  merecidísima de Castilla y León,  por el Nini, Daniel el Mochuelo y  ese Mané extremeño que es el  Azarías, entre tantos personajes  inolvidables.
 Carlos Velasco
Diario Negocio