A nadie sentará mal que aprovechando la pausa festiva de la Semana Santa echemos cuentas a una de las pasiones de la temporada. Digo lo de las Cajas: procesos de fusión, peritajes externos, desmarques de farol, arreglos para el personal, audacias de corral, turismo negociador, rebaja de oficinas y duplicación de consejeros, directivos y demás cargos de guarnición. En resumen, lo que espera es un peor servicio (se van a amortizar puntos y personal de atención al cliente) y un mayor gasto ornamental, en asistentes externos y en doblar la cuadrilla de jefes. Esa parece que fuera la instrucción del Banco de España.
También se diría preocupación obsesiva del jefe de los banqueros que se recorten derechos laborales para enjugar la crisis, cuando ya hasta el menos avisado tiene el convencimiento de que el daño que nos aflige se deriva de las malas prácticas financieras de su gremio y no de la voracidad de los empleados. Este señor gobernador fue antes comentarista radiofónico de economía y no apeaba del micrófono la prédica de alguno de los nombres ahora malditos. Puesto ahí por el gobierno, en vez de buscar remedio a la gotera financiera, ha tomado gusto en proponer pócimas de baratero para un mercado laboral que ya no se sabe si suspira o agoniza. Cualquier cosa con tal de no ocuparse de lo suyo. O de lo nuestro. Porque a lo largo de toda esta tediosa historia lo que se echa de menos es una pizca de consideración con quienes fiaron a las Cajas sus ahorros y reciben como pago este espectáculo. Y no digamos con los emprendedores que esperan una respuesta a sus proyectos, mientras unos y otros dan la nota, desafinando como borricos en el ejido. Lo grave de la demora es el mientras tanto, la parálisis de los créditos. Cuando Caja Duero y Caja España parece que confluyen, mientras el resto de Cajas hace la ruta del pacharán, nos vamos enterando de que el regulador admite que la reducción de personal derivada de las fusiones la ampare un Ere, cargando los despidos a las arcas públicas, aunque ninguna de las entidades concernidas haya declarado todavía pérdidas. De lo que no hay indicios, sino todo lo contrario, es de cualquier tentativa de sanción a quienes han gestionado esta ruina de nuestras entidades de ahorro. Al contrario, para conquistar su voluntad en el proceso, se les ha ofrecido la continuidad más allá del límite de cualquier prórroga decorosa. Y a pesar de los vaivenes estratégicos con que nos han deleitado, no consta ni una sola dimisión. Lo cierto es que en este trecho negociador han multiplicado las sesiones y con ellas las dietas. Porque tampoco se sabe de nadie de devolviera su asignación.
Fuego amigo | Ernesto Escapa
Diario de León
También se diría preocupación obsesiva del jefe de los banqueros que se recorten derechos laborales para enjugar la crisis, cuando ya hasta el menos avisado tiene el convencimiento de que el daño que nos aflige se deriva de las malas prácticas financieras de su gremio y no de la voracidad de los empleados. Este señor gobernador fue antes comentarista radiofónico de economía y no apeaba del micrófono la prédica de alguno de los nombres ahora malditos. Puesto ahí por el gobierno, en vez de buscar remedio a la gotera financiera, ha tomado gusto en proponer pócimas de baratero para un mercado laboral que ya no se sabe si suspira o agoniza. Cualquier cosa con tal de no ocuparse de lo suyo. O de lo nuestro. Porque a lo largo de toda esta tediosa historia lo que se echa de menos es una pizca de consideración con quienes fiaron a las Cajas sus ahorros y reciben como pago este espectáculo. Y no digamos con los emprendedores que esperan una respuesta a sus proyectos, mientras unos y otros dan la nota, desafinando como borricos en el ejido. Lo grave de la demora es el mientras tanto, la parálisis de los créditos. Cuando Caja Duero y Caja España parece que confluyen, mientras el resto de Cajas hace la ruta del pacharán, nos vamos enterando de que el regulador admite que la reducción de personal derivada de las fusiones la ampare un Ere, cargando los despidos a las arcas públicas, aunque ninguna de las entidades concernidas haya declarado todavía pérdidas. De lo que no hay indicios, sino todo lo contrario, es de cualquier tentativa de sanción a quienes han gestionado esta ruina de nuestras entidades de ahorro. Al contrario, para conquistar su voluntad en el proceso, se les ha ofrecido la continuidad más allá del límite de cualquier prórroga decorosa. Y a pesar de los vaivenes estratégicos con que nos han deleitado, no consta ni una sola dimisión. Lo cierto es que en este trecho negociador han multiplicado las sesiones y con ellas las dietas. Porque tampoco se sabe de nadie de devolviera su asignación.
Fuego amigo | Ernesto Escapa
Diario de León