“ Lo primero no son tus clientes, lo primero son los empleados, si cuidas a tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes ”
Richard Brandson
Una de las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 fue la «gran dimisión» iniciada, principalmente, en los Estados Unidos, cuando miles de ciudadanos renunciaron masivamente a sus puestos de trabajo. Según los expertos, se trataba de un patrón de comportamiento con el que pretendieron denunciar el estrés, la falta de reconocimiento personal, la comunicación defectuosa y la tiranía jerarquizada.
A lo largo del último año, en RACE, todos hemos sido testigos de otra «gran dimisión» en proporciones masivas. Hablamos de compañeros y compañeras con trayectorias de incluso 30 años de experiencia, cuyo grado de eficacia y cualificación va a ser difícil reemplazar. Por otro lado está el personal de reciente incorporación, totalmente indefensos tras una exigua formación, sometidos a la toxicidad de ciertos mandos intermedios, avasallados y desarmados para contener las reiteradas reacciones agresivas de clientes desesperados que repiten broncas, insultos y reclamaciones (justificadas).
Si los noveles no se unen a la procesión de veteranos que claudican, es debido a una cláusula ilegal y abusiva que pretende cobrarles en caso de renuncia anticipada por lo que, desde RACE, llaman «formación» (como si de controladores aéreos se tratara). Una cláusula, por cierto, denunciable por el procedimiento verbal según el punto 14 del art. 250 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. El «período de prueba», no sólo pretende verificar la idoneidad del trabajador o trabajadora para el puesto de trabajo, sino que también funciona en sentido contrario, para que el personal en prueba valore si está en la empresa que creía o si le han timado y decide buscar una empresa seria y profesional en la que desarrollar su vida laboral de manera más adecuada y acorde a las condiciones laborales europeas contemporáneas.
Todo esto sucede en medio de una ola de calor histórica y un incendio a escasos metros de la central de Tres Cantos. Nos habría venido muy bien el teletrabajo para evitar respirar gases durante el incendio, por no hablar del estrés que supone tener que acudir a trabajar a una zona de alto riesgo. Qué mejor momento que cuando las temperaturas rondan los 40º centígrados y se carece de climatización adecuada y sostenible, para (re)comunicar, el 11 de agosto, las normas de la casa sobre vestimenta “adecuada”, cuando ni siquiera estamos en puestos de trabajo de cara al público.
RACE persigue pantalones cortos (pero no faldas), espaldas descubiertas (pero no escotes), chándales y ropa deportiva (pero no trasparencias), tirantes, sandalias y demás indumentaria que la empresa (o alguien) considera inadecuada. ¿Qué será lo próximo, venir en burka o lucir los arneses de los remeros en galeras? Creemos que la empresa tiene otros gravísimos problemas y frentes abiertos para tener que andar obsesivamente persiguiendo pantalones cortos o camisetas sin mangas mientras decenas de personas esperan desesperados en carretera por una asistencia que en muchos casos nunca llegará.
Todavía no ha terminado esta temporada y ya podemos afirmar que nos hemos superado: es el verano más caótico y deficiente en cuanto a prestación del servicio. El daño generado a la imagen de empresa y su viabilidad futura ha quedado expuesta en plataformas como Tik-Tok, Instagram y otras redes sociales. Por eso estamos estudiando estrategias de movilización para exigir explicaciones, demandar dimisiones e identificar a los responsables últimos de las erráticas decisiones que diariamente padecemos, a la vez que exponer la nefasta política de una Dirección General que no sólo provoca la gran dimisión, sino que carece de herramientas para atajar la gran evasión de un importante número de colectivos y clientes, como ya es público y notorio.
Seguiremos informando.
e-mail: race.ccoo@gmail.com
WEB: www.ccoo-servicios.es/raceasistencia/
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