Pero es una realidad incuestionable, que miles de trabajadores
de todo el mundo sufren maltrato psicológico bien por parte de sus jefes o de
sus compañeros.
De nuevo, eso si, es el término (es impensable que alguien hablara de mobbing en
los años 60) y el interés por el fenómeno (existe una conciencia social).
Esto trae consigo a su vez algún que otro despiste; y es que debido a la
popularidad de este fenómeno, no son pocos los que a diversas situaciones que
viven diariamente en su trabajo no dudan en etiquetarlas de mobbing, cuando en
realidad no lo son.
Pero esa confusión, no sólo se encuentra en el trabajador, sino también en el
propio empresario, que con frecuencia es incapaz de distinguir si está
realizando mobbing personalmente, o si alguien lo practica con algún compañero o
incluso superior.
TodavÃa hoy, muchos jefes comentan estar casi completamente desinformados de
todo cuanto ocurre en sus organizaciones a este respecto; que nada de eso llega
a sus despachos, e incluso los más atrevidos, no dudan en afirmar que son
asuntos cotidianos que” tampoco les quita el sueño”.
Que el mobbing es algo que está ahÃ, y que se ha hecho popular en el entorno
laboral, es una realidad; que realmente se entienda su significado y se
identifique con precisión, es otra cosa.
Se trata, por lo visto, de una maniobra “silenciosa” y a la vez “invisible”; es
decir, le puede ocurrir a cualquier persona, y nadie de su alrededor “ver nada”
o “hacer nada para impedirlo”.
No obstante, ya es un paso adelante comprobar como un número creciente de
organizaciones, sensibilizadas con las consecuencias personales y profesionales
del mobbing; se han convencido no solo de sus efectos devastadores en la cuenta
de resultados, sino en la dignidad de quienes han tenido y tienen la desgracia
de padecerlo.
Y se han hecho estudios..., y se han realizado estadÃsticas..., y se han
organizado foros y debates..., ¿Y todo esto para qué? Pues quizá para que de una
vez por todas las empresas se ocupen de un problema que siempre estuvo ahÃ, y
que asiduamente decidieron darle la espalda.
Por su parte, la legislación, aunque ha realizado serios esfuerzos para recoger
el fenómeno en sus tratados, se ha visto con numerosas trabas que han hecho – y
todavÃa siguen haciendo – más y más complicada su regulación.
Un poco de lo mismo les ocurre a los profesionales de la salud, quienes con
frecuencia, ante la similitud de sÃntomas del mobbing con otros trastornos mas
comunes como la ansiedad, la depresión, o el estrés, diagnostican y aplican un
tratamiento contra estos, que si en algo tienen en común con aquel, es que se
trata de sus consecuencias, y no de sus causas.
No obstante, hay que reconocer que se ha recorrido mucho camino para terminar de
una vez por todas con esta epidemia laboral; pero no menos cierto es que aún
queda mucho trecho por alcanzar; el tema no está ni mucho menos zanjado, y desde
luego pasarán algunos años – bastantes – hasta que este tratamiento denigrante
al que son sometidas diariamente miles de personas en sus puestos de trabajo,
sea tan sólo un triste recuerdo.
Juan Manuel Feito Trillo - Director Master Dirección y Gestión de Recursos
Humanos de Cesma