Aproximadamente 2 de cada 3 acosos es ejercido por un superior.
Según los datos de a 1ª Encuesta de violencia machista en Catalunya, realizada en 2010: el 4% de las mujeres entre 18 y 70 años que han realizado algún trabajo asalariado se han visto obligadas a dejar algún trabajo para evitar una situación de acoso sexual.
Existe un amplio consenso de que las encuestas poblacionales sobre violencia machista infravaloran o subestiman la realidad en el conjunto de los espacios de las relaciones sociales y de las laborales.
Sin duda tener identificadas las razones puede ayudar a establecer las acciones que se deben realizar para enfrentar esto. En estos últimos años, el movimiento #MeToo, #YoTambién o #Cuéntalo han conseguido que numerosas mujeres hayan roto el silencio desde una voz individual para convertirse en una fuerza colectiva que infiere cualquier movimiento social, pero el acoso sexual en el trabajo, en la mayoría de profesiones, está invisible y socialmente se ponen en duda.
Aún persiste una máxima, y es que el acoso sexual prácticamente no existe, y que cuando se da se debe mayoritariamente a que las mujeres tenemos “la piel muy fina”, que provocamos las situaciones, un largo despropósito de justificaciones. No se reconoce que el acoso sexual es una violencia machista y su origen se encuentra en las relaciones de poder patriarcales.
Todas las empresas, sean de la dimensión que sean, y de todos los sectores, están obligadas por la ley de igualdad de 2007 a disponer de un procedimiento o protocolo de prevención de el acoso sexual y por razón de sexo y Caser tiene uno. Que puedes consultar en nuestra página web.
Sin duda el acoso sexual tiene efectos importantes sobre la salud de la persona trabajadora que lo padece, pero también sobre otros ámbitos como es el ambiente de trabajo y la organización de la empresa.
Entre los efectos más comununes se encuentran:
Alteraciones de la salud psicológica: vinduladas con el estrés como son los traumas emocionales, la ansiedad, la depresión y también estados de nerviosismo y sentimientos de baja autoestima.
Transtornos de la salud física como los relativos al sueño, dolores de cabeza, problemas gastro intestinales, hipertensión, en definitiva, sintomatología física asociada al estrés.
De esta manera la calidad de vida de la persona acosada se deteriora y lo que comienza en el ámbito laboral, acaba generando consecuencias en el ámbito de la vida privada.
Es fundamental que las personas seamos conscientes de la gravedad de estos comportamientos.
La prevención y abordaje del acoso sexual debe perseguir un objetivo básico: reforzar el empoderamiento de las mujeres para hacer frente al acoso sexual. Y desde la Sección Sindical de CCOO abogamos a que todos y todas aquellas trabajadoras y trabajadores que sufran acoso en el trabajo, no duden en denunciar.