Canto a la modernidad: una crítica a la plataforma de la empresa.



 

Un entorno deteriorado, aún pendiente la reestructuración del sector, habiendo entrado claramente en una recesión para la que no se vislumbra plazo presumible de salida, con el negocio típico desarrollándose en una realidad de márgenes más estrechos, con la actividad hipotecaria bajo mínimos y la morosidad en galopante ascenso. Éste es el análisis que ha presentado la empresa para, a continuación, dejar caer la necesidad de “modernizar” las relaciones laborales en Kutxabank.

 


¿Y en qué consiste este canto a la modernidad, según la empresa? Pues ni más ni menos que en ajustar y flexibilizar el convenio, en una homologación no solo a la baja, sino aún más baja, de los convenios, en una reducción significativa de los costes salariales, incluyendo dos nuevas categorías por el nivel inferior y menor retribución, etc. En una mayor flexibilidad en todos los aspectos, con plena capacidad de decidir como y cuando lo considere conveniente. Lo llaman “afrontar los retos estructurales de futuro”.

Podemos participar del análisis de partida. Desgraciadamente no es algo nuevo, llevamos unos cuantos años con ello. De nada serviría negarlo y tan solo nos retrasaría en la consecución del objetivo final: la firma del convenio colectivo. Pero las pretensiones de la empresa se sitúan en las antípodas de lo que nos planteamos desde la representación sindical y, por ello, el rechazo tras su exposición fue unánime.

Desregulación de las condiciones laborales…

Serrucho de podar en mano, no se han andado por las ramas y se han pasado al tronco. Omnipresente capacidad de decidir como le venga en gana en temas como la contratación de personal, sin participación sindical y en algunos casos hasta fuera de convenio; una transposición de niveles que nos tendrán que explicar mejor; o la clasificación de oficinas, que se quieren cargar y definirla año a año; o el desarrollo profesional, de designación libre y sin cupos, según la adecuación persona-puesto a su exclusivo juicio y según sus propios criterios; o la apertura de centros y cambios en la jornada de trabajo; o la pretensión de fijar periodos exentos de disfrute de vacaciones según consideren; y aspiraciones similares en formación, ayuda de estudios, permisos no retribuidos… ¡Barra libre para la empresa!

Recortes salariales...

En el capítulo monetario, más de lo mismo. Una cláusula de revisión salarial referenciada al PIB que despierta recelos; palo a la antigüedad, con límites al importe de los trienios y supresión de la paga de constancia; el copago en los beneficios sociales o la supresión de otras pagas; reducción de la aportación de la empresa a la EPSV, invalidando de facto lo pactado en el acuerdo laboral en este capítulo.

Plantean posibles medidas coyunturales, como un mecanismo de reducción de salarios, temporal y recuperable dicen, en función de no sabemos qué variables que están estudiando y que seguro se darán para restar pero difícilmente las encontraremos para recuperar; otra “novedosa” propuesta de suspensión de la aportación a las EPSV basada también, ¡cómo no!, en unas variables que todavía están estudiando. Medidas que acompañan con otras de calado más estructural, como la reducción del complemento por incapacidad temporal, vigente en nuestras empresas durante lustros. Y sigue, y sigue…

En otro mundo.

Unas pretensiones a todas luces desorbitadas. Ni Kutxabank ni su situación es, aun estando en el sector y moviéndose dentro de él, la de otras entidades como Banco Caixanova Geral u otras en similares circunstancias. Nada hay en nuestra posición actual que justifique esta desmesura.

Ni que decir tiene que, en ese ejercicio de responsabilidad que tan insistentemente nos demanda, también la empresa tiene un largo camino por recorrer.

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9 de mayo de 2012