Antes de que el Covid llegara a nuestras vidas, teníamos una agenda feminista en plena actividad. Son siglos de lucha en los que apenas se han conseguido algunos avances en profundidad, hay asuntos pendientes y se incorporan nuevos problemas.
En el ámbito laboral, las desigualdades se solapan unas con otras y es que ya sabemos que el mecanismo que sostiene la desigualdad de las mujeres ataca desde distintos frentes, se presenta en sustantivo plural.
las mujeres se sitúan en primera línea pese a la desigualdad, pero esta crisis nos dice que a esta brecha entre el valor que reconocemos a estos trabajos y el reconocimiento de lo que aportan a la sociedad, hay que asomarse.
No podemos diluir entre todo lo que se está poniendo de relieve, que las mujeres que están en primera línea a pesar del riesgo, en primera línea por ti y para ti, tienen más parcialidad, salarios más bajos y techos de cristal que las impide promocionar profesionalmente.
Están ahí, estamos ahí y sabemos que ni si quiera una sacudida de esta dimensión removerá lo suficiente las estructuras de desigualdad, porque está sacudida ya es distinta cuando se parte de una realidad diferente. En un mundo que ya es distinto, la reconstrucción deberá repensarse situando el papel de las mujeres en una sociedad más justa, que cierre las brechas de desigualdad y en la que nadie se quede atrás porque hoy como siempre, las mujeres siguen ahí, al frente.
