Cadena de despropósitos en Alicante



La evidente complejidad de la reestructuración que implica una operación como la que ha dado lugar a la creación de Bankia no puede, sin embargo, convertirse en coartada de despropósitos que nada tienen que ver con las naturales dificultades que cabría esperar de dicha complejidad.

Despropósitos  que tienen su origen, más a menudo, en la imprevisión y la descoordinación, cuando no, lo que es más grave, en la resistencia, como en Alicante, de determinados personajes a adoptar la perspectiva de unidad de plantilla y de dirección que es la única desde la que cabe aproximarse a la nueva realidad en la que se desarrolla nuestro trabajo.

Y así, y por si tuviéramos pocas cosas de las que ocuparnos, no parece que los cierres de oficinas estén, aquí, en función de la idoneidad de los locales, de la de su ubicación o de la del régimen de propiedad de los mismos, que deberían presidir, junto con los de racionalidad de traspaso del negocio, la elección final de los que permanecen y los que no, y que no debemos olvidar que son, en todo caso, oficinas, ya, de Bankia, y no de ninguna de las Cajas de origen.

Oficinas sin capacidad de absorber el trabajo, que van en detrimento, por tanto, y más allá del dato nada menor del enorme malestar que se está produciendo entre la plantilla, de la productividad que tanto parece importar a alguno que no llega más allá de la reducción de gastos o la presión a los trabajadores y las trabajadoras con formas inadmisibles. En detrimento de la propia Bankia en definitiva.

Y, por si fuera poco, herramientas como los “córners”, que deberían contribuir a introducir elementos de racionalidad en el traspaso del negocio de los centros que se cierran, han convertido en un infierno, en Alicante, la vida de los clientes para los que estaban destinados, que hacen colas kilométricas en las calles mientras se acumulan sus protestas, y la de los compañeros y compañeras que tienen que hacerse cargo de ellos, trabajando incontables horas por la tarde sin compensación alguna para poder atenderlos.

En este punto, CC.OO. cuestionamos la decisión de Bankia de asignar objetivos a todos los corner existentes en la entidad, puesto que esta realidad, diferente y específica, no se puede asimilar a la de cualquier otro de trabajo, ni efectuar por tanto un tratamiento comercial similar; si además observamos la situación concreta de los corner en la provincia de Alicante, que bastante tienen con intentar sacar el trabajo que tienen, en las condiciones en las que están, nos encontramos ante un despropósito más.

Es intolerable que se permita trabajar en contra de una cultura común en Bankia de respeto a los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, y en la que la atención al cliente tiene un papel central; un cliente que tanto cuesta ganar y mantener, y que tanto costaría recuperar. En estos momentos, a algunos  sólo se les llena la boca de recorte de gastos y de una política del miedo, mientras que nadie se ocupa de la generación de negocio en un mercado ya de por sí muy complicado.

24 de octubre de 2011