Los fantasmas (costosos) de la ópera



El cambio de ejecutivos en las cajas de ahorros está desvelando algunas escandalosas indemnizaciones por despido o prejubilaciones en Entidades que han tenido que ser rescatadas con dinero público. Los casos se van repitiendo y no dudamos que, a medida que pase el tiempo, saldrán otros que se unirán a los ya desvelados en los medios de comunicación. En todos los casos existe un denominador común: se produce cuando las interviene o nacionaliza el Banco de España.

Para más de un gestor la incorporación de su Entidad a un Sistema Institucional de Protección ha servido para ocultar el estado en el que se encontraban y al mismo tiempo buscarse una salida airosa y bien pagada. No deja de ser igual de escandaloso aunque no ocupe, por el momento, las primeras páginas de los periódicos.

La integración en Bankia de todos los activos de las cajas que lo componen y la gestión única han puesto de manifiesto, en sólo unos meses, cuál era la realidad de cada cual, y quién ocultaba bajo las alfombras lo que no se quería mostrar.

De escandalosa podríamos tildar la salida que se le ha buscado o se ha buscado el antiguo Director General de Caixa Laietana, ahora Presidente de la Fundación Laietana que, una vez demostrada su valía, sigue ocupando su despacho en un edificio de Bankia, como si nada hubiese ocurrido ni nada fuera con él.

Da órdenes y aconseja operaciones a quienes, huérfanos de su compañía, todavía buscan su protección, y gozará de un dorado retiro dedicado a gestionar la Obra Social; la cual puede, por cierto, ver adelgazar su presupuesto, margen de maniobra y capacidad de actuación, en función también del nivel salarial (presumiblemente escandaloso) del mencionado ex Director General.

Pero no es el único que se pasea como Pedro por su casa. Así, nos encontramos con personajes reconocidos y reconocibles, como el antiguo jefe de recuperaciones de Laietana, que se pasean libremente por el edificio y se comportan como si los empleados fuesen todavía suyos; también lo hace el antiguo responsable de la Obra Social, que sigue ocupando despacho, dando instrucciones y mandando cual señor feudal desde su atalaya, a pesar de haberse acogido al ERE.

Tampoco se entiende que el delfín del antiguo Director General ocupe la jefatura de riesgos de Bankia en Catalunya y al mismo tiempo la dirección general de Caixa Laietana. Una persona que es conocida por ser la mano ejecutora de su señor, con responsabilidades en lo ocurrido, y que pasa más tiempo pendiente de las necesidades de su presidente que de organizar su departamento.

Al margen de las consideraciones éticas, morales, que tales conductas nos merecen; al margen también de las responsabilidades que deberían exigírsele a toda esta trouppe de funambulistas financieros, nos preocupa la notable confusión que reina entre los trabajadores y trabajadoras (sobre todo del edificio del Pla d’en Boet) que ven cómo personajes que deberían estar en sus casitas disfrutando de una prejubilación dorada, personas que ya no pertenecen a Bankia, se dedican a darles órdenes sin que, hasta ahora, nadie haya tomado cartas en el asunto.

No es de recibo que los que han creado estos agujeros negros en los balances de las cajas se vayan de rositas y que, como en el caso que nos ocupa, además, se les premie con la presidencia de una obra social, mientras se extiende una política de recortes en estas instituciones que revertían beneficios a la sociedad, o que se exija a trabajadores y trabajadoras que se sacrifiquen por hacer religiosamente lo que se les pedía y cumplir las directrices de sus superiores o formalizar las operaciones que otros decidían.

 

21 de octubre de 2011