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Concepción Arenal, precursora del trabajo social en España

Continuamos nuestros artículos biográficos de Mujeres que han hecho Historia con Concepción Arenal, Diplomada en derecho, pensadora, periodista y pionera en el feminismo español, en la línea de las sufragistas femeninas y que ha sido considerada como la precursora del Trabajo Social en España.


Concepción Arenal Ponte, (Ferrol, 31 de enero de 1820-Vigo, 4 de febrero de 1893), fue una diplomada en derecho, pensadora, periodista y pionera en el feminismo español, en la línea de las sufragistas femeninas. Considerada como la precursora del Trabajo Social en España.

Cumplidos 200 años de su nacimiento la vigencia de sus reivindicaciones sigue más en pie que nunca, en palabras de sus biógrafos: «Fue un personaje incómodo en su tiempo que luchó en favor de los débiles de todo tipo, no solo desde una perspectiva voluntariosa y activista, sino también intelectual y filosófica»

Lectora incansable, aspira a tener estudios, algo que choca frontalmente con los planes tradicionalistas y restringidos a su condición femenina.

En Madrid, disfrazada de hombre, la joven se cuela como oyente en diferentes lecciones de Derecho, cumpliendo así su sueño de ir a la Universidad, una institución a la sazón reservada exclusivamente para hombres. Por un descuido es descubierta y retada a cursar una prueba para continuar sus estudios, y aunque la superó, y con alta cualificación, la Universidad cedió en parte, sólo la permitirían asistir como oyente a las aulas, sin poder realizar exámenes y mucho menos de recibir el título.

Tampoco le fue permitido interactuar con el resto de alumnos. A cambio, no tuvo que volver a disfrazarse de hombre. Cada mañana un bedel la recogía en la puerta del centro y la conducía hasta una habitación dispuesta al efecto. Allí, Concepción, a solas, esperaba el comienzo de la clase. El profesor la recogía, la conducía al aula, la sentaba en una zona apartada y, al concluir, la devolvía a la habitación, donde esperaba al siguiente profesor y a la siguiente clase. Su estancia en universidad duró cuatro años, hasta 1845.

Casada con su compañero de Universidad, Fernando García Carrasco y madre de dos hijos, Ramón y Fernando, Concepción volvió a vestirse de hombre para asistir a las tertulias políticas y literarias de Madrid. Ya licenciada, aunque sin título, resuelve hacerse escritora y publica sus primeros artículos en “La Iberia”, un influyente periódico liberal. Su prosa es clara, expositiva. Su marido escribe los editoriales. Cuando García Carrasco muere a causa de una tuberculosis en 1857, Concepción Arenal recoge el testigo y se hace editorialista. En mayo de ese año el Gobierno de Nocedal promulga una ley que obliga a firmar todos los artículos en prensa, quedándose sin trabajo.

De vuelta en Cantabria, con 37 años, retoma su faceta feminista, gracias a su amigo Jesús de Monasterio, religioso fundador de las Conferencias de San Vicente de Paúl, creando la sección femenina de la sociedad. El año es 1859. Durante el resto de su vida el trabajo humanitario a través de organizaciones sociales ocupará la mayor parte del tiempo de Concepción Arenal.

En 1860 publicó, a nombre de su hijo Fernando, el ensayo “La beneficencia, la filantropía y la caridad”, que obtuvo el premio de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Cuando la Academia descubrió el engaño dejó el premio en suspenso…¿Podía premiarse a una mujer? No existían precedentes. Concepción Arenal obligaba a crearlos. Finalmente, a la vista de los méritos de la obra, los académicos no tuvieron opciones. Concepción recibió el premio. Otra pequeña revolución.

Con la Revolución de 1868 focaliza su interés por la educación en la educación de la mujer. Dicta las “Conferencias Dominicales para la Mujer” en el paraninfo de la Universidad Central de Madrid. Participa en la creación de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer y la Escuela de Institutrices. En 1869 publica “La mujer del porvenir”, libro feminista, que defiende el libre acceso de la mujer a la educación y tira por tierra las teorías que promueven la superioridad del hombre en función de criterios biológicos. Llegarán otras obras como “Estado actual de la mujer en España” o “La mujer trabajadora”, criticando la disparidad de sueldos de las trabajadoras de la industria con respecto a sus homólogos masculinos, abre así debates silenciados.

En “La Educación de la Mujer” escribe:

Es un error grave y de los más perjudiciales, inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre [...]. Lo primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independientemente de su estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene derechos que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie.