LAS CUENTAS CLARAS PARA ACABAR CON LA BRECHA SALARIAL


La primera gran desigualdad en relación a los hombres, y que va a marcar el desarrollo profesional de las mujeres, es que la opción laboral se ha hecho de forma incompleta, ya que no alcanza a todas las mujeres, y en paralelo, no se han alterado sustancialmente los roles de género que continúan asignando el trabajo reproductivo y de cuidados a las mujeres casi exclusivamente. A este planteamiento hay que unir que la sociedad no ha asumido que la conciliación de la vida laboral y familiar, y la falta de corresponsabilidad en las tareas de atención y cuidado no son sólo responsabilidad de las mujeres. La combinación de estos factores ha provocado una situación en que las mujeres se incorporan al mercado productivo pero sin abandonar la máxima responsabilidad en el cuidado del hogar, lo que sigue generando disfunciones fundamentales en las formas de inserción laboral de las mujeres: precariedad, historias laborales alteradas y discontinuas, problemas de segregación y fenómenos como el techo de cristal o el suelo pegajoso, que continúan estando presentes en la mayoría de las trayectorias laborales femeninas en España y cuya solución a futuro no parece estar próxima.


El Índice de Igualdad de Género de la UE de 2020 aporta otra información importante en relación con la presencia y participación de las mujeres en el mercado laboral para el periodo 2010- 2018 a través de diversos indicadores:

  • La participación de las mujeres en el mercado laboral se ha incrementado en 3 puntos porcentuales durante este periodo, en el cual la tasa de empleo a tiempo completo ha ido en aumento llegando al 42% en 2018. La perspectiva de que continúe aumentando en un futuro próximo está en duda a la luz de la crisis COVID-19. La segregación de género en la educación y en el mercado laboral de la UE continúa siendo un problema persistente: más mujeres (31%) que hombres (8%) estudian y, posteriormente, trabajan en actividades ligadas a la salud, la educación y el trabajo social. n
  • En relación a la duración de la vida laboral de mujeres y hombres, ésta ha aumentado de media en la misma proporción (2 años) para mujeres y hombres, a pesar que la duración de la vida profesional de las mujeres (34 años) es notablemente inferior a la de los hombres (39 años). Esta diferencia es efecto de diferentes variables que son habituales en la vida profesional de las mujeres: interrupción de la carrera profesional y/o reducción de jornada motivados por cuidados así como el predominio de la jornada parcial. n Otro indicador a tener en cuenta es la segregación en el empleo. Mientras que en el periodo 2010-2018 ha permanecido invariable para los hombres (8%), ha ido en aumento para las mujeres llegando al 31% en 2018. n Las mujeres continúan realizando la mayor parte del trabajo de cuidado no remunerado, cuidan de menores, personas mayores y/o personas con discapacidades todos los días durante 1 hora o más en comparación con los hombres. La pandemia del COVID-19 ha aumentado la presión sobre las familias, especialmente las mujeres y las madres solteras.

Desde CCOO venimos exigiendo que se actúe frente a la desigualdad salarial entre mujeres y hombres, con políticas, recursos y estrategias en los distintos aspectos que determinan esta discriminación, para que esta brecha salarial de género, se visibilice, se denuncie, se sancione y se corrija, hasta su total y definitiva erradicación.

En CCOO sabemos que la lucha contra la discriminación salarial es la lucha por un empleo de calidad para mujeres y hombres; por la defensa de los servicios públicos, en su doble vertiente de generadores de cuidado y atención a las personas y de generadores de empleo, y contra los recortes económicos, sociales y de derechos laborales que incrementan las desigualdades y la pobreza

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