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La hostelería no tiene quién le sirva


“No hay que buscar en otro lado. Esta realidad de precariedad, externalización de costes y riesgos, economía irregular o sumergida y el fraude en la contratación están en la base que explica la deserción de profesionales.”

L'hostaleria no té qui la serveixi - El Diari del Treball (diaritreball.cat) OPINIÓ 07/06/22


Este artículo se publicó originalmente en CATALUNYA (CCOO Serveis Catalunya) , GIRONA (Sindicat Intercomarcal de CCOO Serveis Comarques Gironines) , TARRAGONA (Serveis CCOO Tarragona) , LLEIDA (Serveis CCOO Terres de Lleida) , VOCC-CATC (Serveis CCOO Vallès Occidental - Catalunya Central) , VORMAROS (Serveis CCOO Vallès Oriental - Maresme - Osona) , BLLAPAG (Serveis CCOO Baix Llobregat - Alt Penedès - Anoia - Garraf) ,

Instaladas ya en el debate público las dificultades del sector turístico para cubrir sus necesidades de mano de obra, se suceden opiniones de todo tipo, en direcciones diversas, a menudo contradictorias, llenas de juicios de valor sin sustento en la realidad. Se  parte  de una premisa general que ya de por sí supone un apriorismo que condiciona las respuestas, ¿cómo es posible que  un país que duplica la tasa de desempleo de la zona euro (13,3% vs 6,8%) tenga dificultades para cubrir 100.000 vacantes en el sector de la hostelería y la hotelería? Como segunda cuestión crítica, ¿dónde están el 29,8% de personas jóvenes desempleadas? Y hechas estas preguntas se desatan opiniones variopintas , con no poca vocación "cuñadista", como bien reflejó el debate sobre la falta de personal en la Feria de Sevilla, punto de arranque del fenómeno y del interés mediático, y que nos recordaban a la memorable frase de Cortázar, incluida en "Rayuela":“mi diagnóstico es sencillo: no tengo remedio”.

 

Primero de todo, conviene dejar claro que, con estupenda visión selectiva, se está señalando como fenómeno local y sectorial únicamente, algo que se está dando a nivel europeo y  global, especialmente en el sector de la hostelería, el juego y la construcción. Para ejemplo  extremo el caso de Estados Unidos y su denominada “Gran Dimisión” con nada menos que 38 millones de personas abandonando voluntariamente sus empleos en 2021 y dónde hay 11 millones de puestos de trabajo sin cubrir. Aquí encontramos el por qué del “Pay them more” del presidente Biden, que no buscó atajos a la pregunta sobre tal suceso.

 

Por supuesto, en los debates patrios, no pocos agentes económicos cierran los ojos a esa realidad global. Abundan opiniones de todo pelaje, no exentas de falta de información cuando no abierta ignorancia, y sin exención de dosis considerables de moralina neoliberal. En este contexto,  crece la desinformación, los análisis en corto y las miradas al propio ombligo. Como conclusión principal, desde la bancada empresarial, se señala al colectivo de personas desempleadas, y especialmente a la gente joven como colectivo tendente a la molicie y la fiesta, personas además supuestamente desincentivadas por prestaciones que ya les permite vivir sin preocuparse por encontrar empleo. Lógicamente se obvia convenientemente que la cobertura de las prestaciones y subsidios de desempleo son limitadas en cuantía y duración, y en concreto el colectivo joven prácticamente no participa de ellas. Se suceden las proclamas contra una generación supuestamente alérgica al trabajo,  carente de vocación, sin capacidad de sacrificio y de cultura del esfuerzo. Parece que en ausencia de servicio militar obligatorio procede una “mili alternativa” en forma de prestación laboral sustitutoria en la que no importan  las condiciones de trabajo, ya que parece que lo natural y lo que toca, a ciertas edades y en ciertos colectivos sin alternativa, es sufrir la explotación. Nos presentan así a un colectivo de “personas desempleadas insumisas” ante lo que Eduardo Galeano calificaría como “un estado de injusticia que nos presentan como situación natural”. Nada más lejos de la realidad esa percepción de juventud ociosa: la tasa de desempleo juvenil sigue siendo muy alta, el ya citado 29,8%, pero va afortunadamente lejos de, por ejemplo el dato del 2014, en el que se "podía explotar" al personal en hostelería, con un 50,9% de desempleo juvenil, y pleno rendimiento de la actividad turística.

 

El maestro Galeano ya nos ha puesto en la pista: no se dejen engañar por el mundo al revés, de la injusticia como estado natural, como usos y costumbres del sector que, como siempre abusó, reclama su "derecho natural" a seguir haciéndolo.

 

Alguna sucesión de pruebas y evidencias: En Catalunya, en el marco del “Plan Director contra la precariedad de la Inspección de trabajo 2018-2020” se regularizaron 3.530 contratos de hostelería en el que la jornada declarada en el mismo era inferior a la real en nada más y nada menos que un 50% de promedio; un fraude de primer orden a las personas trabajadoras y al conjunto de la sociedad, al ser un fraude a la seguridad social. Un clásico: contrato 4 horas para acabar trabajando 8…o más.Y esos miles de contratos sólo son una muestra que proyectar sobre un total mucho mayor, de 350.000 personas trabajadoras en el sector hostelería en Catalunya en 2019. Hay múltiples ejemplos adicionales de las prácticas de "canibalización" de un sector que difícilmente respeta el descanso semanal y entre jornadas (incluso entre el tiempo de los turnos partidos), en la que frecuentemente no hay hora cierta de entrada y salida, que esquiva el pago de pluses y extras como la nocturnidad u horas extras, y que buscó externalizar riesgos y ganar competitividad y eficiencia precarizando las condiciones de trabajo con prácticas como las externalizaciones en el sector hotelero al albor de la reforma laboral de 2012 a resultas de la cuales fueron  expulsadas miles de personas trabajadoras desde los convenios colectivos de hostelería a convenios de empresa no sindicalizados con retribuciones cercanas al Salario Mínimo Interprofesional, cuando éste apenas superaba los 600€ al mes, con el caso de las camareras de piso de la hotelería como bandera visible de esa situación. Así de crudo, reducciones de salario de hasta el 60%. En estas condiciones, no sorprende que las localidades donde predomina la actividad turística no destaquen precisamente por ser las que más renta per cápita registran en el país. Por mucho que la actividad fuera intensa y creciente año tras año,  registrando beneficios al alza cada ejercicio, siendo el único sector económico que no ha sufrido los efectos de la crisis financiera de 2008, la actividad turística, en cuanto a restauración y alojamientos se refiere, no ha sido una actividad que haya sido eficiente en la distribución de renta. 

 

No hay que buscar en otro lado. Esta realidad de precariedad, externalización de costes y riesgos, economía irregular o sumergida y el fraude en la contratación están en la base que explica la deserción de profesionales. En esa causa y en la situación provocada por la pandemia en la que el sector perdió en Catalunya 50.000 personas trabajadoras que no han regresado al mismo. Y su razón tienen. El conjunto de la fuerza laboral del sector sufrió enormemente el paro absoluto de actividad derivada de la pandemia y el paso al sistema de prestaciones definida por el sistema de ERTOS, ya que las personas afectadas por esa economía irregular tan propia del sector solo accedió al 70% de su base cotizada en los mismos, perdiendo por lo tanto, mucho más que un 30% de sus ingresos mensuales. Muchas otras tuvieron que esperar demasiadas semanas para poder cobrar prestaciones, ya que las empresas no reconocían a su personal fijo discontinuo en la tramitación de los expedientes, cosa que solo sucedió tras muchas semanas de empuje sindical hasta conseguir, al fin, la prestación especial para este colectivo. Éste es el origen de la base principal de la escasez de personal y de la migración a otros sectores. Decenas de miles de personas tuvieron que buscar una alternativa inmediata debido a una cobertura muy limitada, y muchas de ellas utilizaron ese tiempo para formarse e intentar salir hacia empleos con otras condiciones.

 

El escenario que se expone en estas líneas no era ni es ningún secreto. Ha estado formando parte de la cultura del sector hostelero durante décadas, y ha sido denunciado sistemáticamente desde el mundo sindical, presente hasta en su última iniciativa en la hotelería como la promoción del sello Fair Hotels/Hoteles Justos a los alojamientos que cumplan con unos estándares laborales mínimos. Ahora, para pasmo de muchos y muchas, el discurso se extiende a las propias empresas o partners como los prospectores e intermediarios  de empleo en el sector que, en este contexto de escasez de capital humano, reconocen las malas praxis como origen del problema tal y como se pudo percibir en el reciente Tourism Talent Management, celebrado el pasado 6 de abril en Barcelona, donde se reconocía conjuntamente que las empresas tienen amplios márgenes de mejora en el cuidado de su fuerza laboral, se entonaba el "mea culpa" y se imponían penitencias y propósitos de enmienda. En el evento, los y las partícipes compartían conclusiones en la misma dirección: necesidad de mejorar y prestigiar la imagen de sector para atraer profesionales en forma de mejores salarios, pero no solo eso, otros frentes necesitan mejorar al mismo tiempo como la estabilidad contractual, en el sentido que facilita la reciente reforma laboral, el reconocimiento de la cualificación profesional, la formación continua y, por una vez, la flexibilidad en el tiempo de trabajo en favor de las personas trabajadoras con más y mejor tiempo de descanso, sumando mecanismos de conciliación más adecuados. En definitiva: mejores condiciones de trabajo para atraer y retener el talento. No parece un gran descubrimiento, ni que necesite de gran ciencia, pero no despreciemos el valor de lo obvio.

 

Con su permiso, contrapongamos con un punto optimista y ,con su permiso,  la frase de Cortázar como finalización: "el diagnóstico de la situación es claro y por supuesto que tiene remedio".

 

Ramón González Monroy

Secretari general de CCOO Serveis catalunya