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Del 25N y las Volencias contra las Mujeres

El origen del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, se remonta a 1960, año en el que las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, “Las Mariposas” por ser éste el nombre utilizado en sus actividades reivindicativas, fueron brutalmente asesinadas en República Dominicana por su activismo político en oposición al gobierno del dictador Rafael Leónidas Trujillo, convirtiéndose en el máximo exponente de la violencia contra la mujer en América Latina.


Este artículo se publicó originalmente en Ilunion Contact Center (CCOO en Ilunion Contact Center) ,

El 25 de noviembre fue la fecha elegida para reivindicar y reconocer a nivel mundial la violencia de género.

La comunidad internacional no había tomado medidas  hasta diciembre de 1993, fecha en que la Asamblea General de Naciones Unidas reconoció y aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Los gobiernos lo consideraban un asunto de ámbito privado y no como un problema social, producto de una sociedad patriarcal que responde a patrones sociales y culturales profundamente arraigados en la sociedad y que no distingue de niveles económicos, culturales o educativos.

La mayoría de las situaciones de discriminación y abuso se deben exclusivamente a su condición de mujer.

Las violencias pueden conllevar lesiones físicas, lesiones psicológicas, homicidio, violación, abuso y acoso sexual, trata, prostitución, secuestro, tortura, mutilaciones a las que son sometidas millones de niñas y las diversas formas de discriminación; es decir, exclusión o limitación por razón de género .

Desde 1993, año en que se celebró la Conferencia Mundial de Viena, los países reconocieron que los derechos de las mujeres son parte indivisible e inalienable de los derechos humanos universales, sin embargo, la violencia contra las mujeres sigue siendo una lacra y una realidad terrible, siendo asesinadas anualmente miles de mujeres en todo el mundo.

La discriminación sigue reproduciéndose a todos los niveles, en el ámbito laboral, institucional e incluso en el ámbito familiar, por lo que su erradicación debería ser uno de los principales objetivos de los órganos naciones e internacionales, quienes tendrán que redoblar sus esfuerzos para crear condiciones favorables que garanticen la integridad de las mujeres y niñas, creando una cultura que nos permitirá avanzar en la construcción y consolidación de sociedades más justas e igualitarias para todas y todos, erradicando así cualquier tipo de violencia.